Cecilia Grierson y la vacuna contra el Covid-19

Por Jaqueline Vassallo

Cecilia Grierson y la vacuna contra el Covid-19

Hace unos días nos enteramos que la vacuna argentina contra el Covid-19, que se encuentra en la etapa pre clínica, lleva el nombre de Cecilia Grierson. Y este nombre no es causal: fue elegido por un grupo de científicas que está llevando adelante el proyecto, bajo la dirección de la Dra. Juliana Cassataro, en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad de San Martín y el Conicet.

¿Quién fue Cecilia Grierson? Se trató de la primera médica que se recibió en la Universidad de Buenos Aires, en 1889. Por ese entonces, sólo había dos universidades en el país: la UBA y la Universidad Nacional de Córdoba, en la que, desde 1884, se comenzaron a graduar parteras. Pero la presencia de mujeres era prácticamente inexistente en las aulas, a pesar de que no existía una prohibición expresa en sus estatutos. Evidentemente, esta exclusión debemos buscarla en la conjunción de discursos y prácticas sociales de índole patriarcal.

Cecilia, como muchas hijas de inmigrantes europeos que vivían en la Argentina de entonces, pudo acceder a la universidad porque en muchas de estas familias existían valores que admitían y hasta fomentaban la educación de las mujeres: en ello veían una oportunidad de integración y de movilidad socioeconómica.

Y la puerta de ingreso fue la Medicina, porque no representaba una ruptura brusca con la división sexual del trabajo, ya que las mujeres se habían ocupado siempre, dentro de sus familias, de la atención de la enfermedad y del cuidado de la salud de sus miembros. Por lo tanto, la decisión de estas jóvenes se movió dentro de los cánones que no abandonaban del todo el orden establecido.

Por esos años Cecilia tuvo una actividad febril: fundó la primera escuela de Enfermeras; la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios; participó en el Congreso Internacional de Mujeres, en Londres; fundó el Consejo Nacional de Mujeres. Su abultada biografía puede leerse en múltiples páginas web, en ensayos y trabajos académicos publicados en libros y artículos de revistas académicas. Sin embargo, en estas líneas no queremos mostrarla como una figura de excepción, sustraída de su contexto social y político, sino inscripta en el marco de un proceso colectivo feminista del que fue parte. Un feminismo que reivindicaba igualdad jurídica para las mujeres, y que consideraba como principales vías de emancipación el trabajo remunerado y el acceso a la educación, entre tantos otros reclamos sociales, laborales, y políticas.

Ella conformó el núcleo de aquellas primeras feministas argentinas, que habían surgido de los sectores medios en franca expansión, que gozaban de mayor educación, de las posiciones seculares, la implantación del socialismo y la militancia de anarquistas y librepensadoras en un país con una alta tasa de inmigrantes europeos desde fines del siglo XIX.

Cecilia Grierson fue la organizadora y la presidenta del Primer Congreso Femenino Internacional, celebrado en Buenos Aires hacia 1810, surgido a propuesta de la Asociación de Universitarias Argentinas, junto a Elvira Rawson, Julieta Lanteri, María Abella de Ramírez, Alicia Moreau, y Carolina Muzzilli, entre otras. Todas integraban organizaciones feministas, como el Centro de Universitarias Argentinas; la Liga Nacional de Mujeres Librepensadoras; la Liga Feminista Nacional; y el Centro Feminista Juana Manuela Gorriti.

Cecilia, en ese congreso presentó una ponencia titulada Ciencias y artes domésticas”, cuya enseñanza en las escuelas primarias, secundarias y normales fue votada por el Congreso, en sesión plenaria, y que hoy podemos leer en la reedición de las Actas, que impulsamos en la Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba en 2008.

Fue parte de un proceso colectivo de mujeres que buscaba cambiar no sólo la vida de las mujeres, sino también la de una sociedad. Como lo que buscan hoy estas científicas que trabajan todos los días por conseguir una vacuna soberana. Ellas, como tantas otras que hacemos ciencia mientras criamos hijes -algunas en hogares monoparentales-, cuidamos familiares, damos clases desde nuestras cocinas, escribimos papers o exponemos en congresos desde los pasillos de nuestras casas, porque el contexto de pandemia nos llevó a transitar nuestras vidas dentro de los hogares.

Todavía hay muchas inequidades en la carrera científica, menos que las que debió transitar Cecilia, claro, pero aún quedan muchas por desmontar. En eso estamos, mientras esperamos con ansias y mucha esperanza que la vacuna ARVAC Cecilia Grierson” culmine su proceso y llegue hasta nuestros brazos.

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