El grunge soviético

Por Cezary Novek

El grunge soviético

La ola polar y el auge de la vacuna Sputnik V han hecho que por estos días se generen guiños constantes, en redes sociales como en medios, a lo ruso”. Por otro lado, en septiembre de este 2021 se cumplen 30 años del lanzamiento de Nevermind”, el LP de Nirvana que dio visibilidad mundial al estilo de rock que se venía cultivando en la ciudad de Seattle desde unos años antes. Un sonido característicamente sucio y melodioso a la vez, que alternaba estribillos furiosos con momentos de dulce paz. Bandas como Pearl Jam, Alice in Chains, Soundgarden y, especialmente, The Pixies, son ejemplos de aquella ola.

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En los oscuros años 80 del siglo pasado –mientras corrían los días de la Perestroika y la URSS agonizaba como una ficción de humo que se deshilacha en el viento helado de las estepas– hubo un grupo de músicos que cultivaron, en diferente medida, el punk, el ska, las canciones de protesta, y una actitud política contestataria y de denuncia para con la aún vigente censura oficialista; todo eso con un sonido sumamente similar al grunge.

Realizar un mapeo detallado es algo imposible aquí. No solo por cuestiones de extensión, sino también por el difuminado que produce la lejanía espacio temporal. Pero, por sobre todo el horizonte, hubo tres figuras que podrían ser las más representativas de esa corriente de furia, rebeldía, rock y trágica muerte joven, que hoy denomino, a posteriori, el grunge soviético: Alexander Baslaschev, Yanka Diaguileva y Egor Letov.

El primero, quizás el más punk y marginal de los tres, produjo una obra de la que quedan registros en una calidad que va del lo-fi casero para abajo. Debido a los escasos recursos de los músicos y a la fuerte censura que hubo sobre el rock durante los 70 y 80, se juntaban a tocar en conciertos domésticos que llamaban kvartirniks”, realizados en casas de amigos, en grupos muy reducidos (¿les suena?). De estos eventos son la mayoría de las grabaciones.

SashBash, como lo llamaban sus colegas, nació en 1960, en Cherepovets y se graduó de periodista en Sverdlovsk (hoy, Ekaterimburgo). Después de asistir a un festival en Leningrado, en 1984, se compró una guitarra y empezó a componer. Sus temas –de dos o tres acordes en formato acústico, con voz a punto de romperse y un rasguido desprolijo y reiterativo pero muy personal– oscilaban entre el tono nostálgico y la rabia desatada. Tuvo una breve carrera, que impactó mucho en el boca a boca entre sus colegas de la época, pero a partir de 1987 empezó a padecer un bloqueo, y no pudo escribir más. Su última canción data de ese año. El 17 de febrero de 1988, saltó desde un noveno piso, meses antes del nacimiento de su hijo. Tenía 27 años. SashBash consideraba a la palabra algo vivo, y a los poetas como seres continuaban viviendo más allá de todo a través de sus palabras. Sus poemas fueron compilados en un solo volumen en 1990.

Yanka Diaguileva nació en 1966, en Novosibirsk, y fue prácticamente desconocida en vida. Sus allegados la describían como una chica tímida, aplicada, sensible y de carácter fuerte a la que solo le interesaba el arte. Fue muy influida por su amigo Baslaschev, y por Egor Letov, con quien también compartió una relación y algunas colaboraciones con la banda de él: Grazhdánskaya Oborona. Participó en algunos festivales como solista y la mayoría de sus canciones se registraron en dichas ocasiones. La mezcla de folk y rock sucio en sus composiciones junto con la alternancia entre pasajes melódicos y estribillos fuertes es una de las características más llamativas de su música. Es, de los tres, quien más se asemeja en estilo a la corriente estadounidense de los 90. El 9 de mayo de 1991, mientras paraba con sus padres en una casa de campo, salió a caminar y no volvió. Encontraron su cuerpo 8 días después y varios kilómetros río abajo. Nunca se supo si fue accidente, suicidio o asesinato. Tenía 24 años.

Jamás concedió entrevistas ni publicó un disco en vida. Lo que se conoce de su obra fue editado por Egor Letov en un álbum póstumo, Styd i Sram (Vergüenza y deshonra, 1991), y llegó a convertirse en una figura legendaria con los años.

Egor Letov, por último, fue el más longevo: nació en 1964 en Omsk, Siberia, y murió de un infarto mientras dormía en 2008, con 43 años. Quizás la figura más prolífica y organizada de los tres, también se lo conoce por ser un artista problemático con las autoridades y autoritario con cualquiera que trabajara con él. Se sabe que fue un mentor para Yanka Diaguileva, pero que también la oprimía y controlaba permanentemente. No obstante, poco antes de morir se ocupó de remasterizar la totalidad de los registros sueltos que quedaban de ella.

Pintor de arte conceptual, era ingeniero de audio, poeta y líder de la banda de post-punk/psicodélico Grazhdanskaya Oborona (Defensa Civil), conocida popularmente como GrOb (ataúd).

También fue fundador de un proyecto de arte de vanguardia llamado Kommunizm” y de una banda de rock psicodélico, Egor i Opizdenevshie (algo así como Egor y jodido”). En 1985, y a raíz de sus letras escandalosas –a diferencia de los otros dos músicos, Letov siempre fue muy conocido en la URSS–, fue internado por la KGB durante tres meses en un neuropsiquiátrico, en donde lo obligaban a tomar antipsicóticos. Tras ser liberado, les escribió una sarcástica canción sobre Lenin pudriéndose. Aunque se dedicó durante años a burlarse del gobierno soviético y, más adelante, de la presidencia de Boris Yeltsin –llegó a apoyar al actualmente prohibido Partido Nacional Bolchevique, fundado por el siempre polémico Eduard Limónov, de quien fue amigo–, con los años se alejaría de la política. En una de sus últimas entrevistas afirmó: siempre he sido anarquista, y todavía lo soy. Pero ahora me interesan más los aspectos ecológicos del anarquismo contemporáneo, el ecoanarquismo, eso es lo que he hecho”.

La música de Letov se puede encontrar en YouTube, al igual que la de Yanka y la de SashBash, solo que en buena calidad y cantidad. Por esa razón y porque casi todo el material aparece en cirílico (y lo que no, tiene una ortografía cambiante), prefiero no mencionar canciones. Mejor googlear y escuchar.

Más allá de las obvias analogías entre la rebeldía del rock y la muerte joven, ¿qué tiene de extraordinario que en dos hemisferios diferentes se haya desarrollado un sonido tan afín por la misma época? Hoy no tendría nada de particular, pero entonces –y al igual que en la época en que Saussure y Pierce modelaron el signo lingüístico casi en simultáneo sin tener noticias el uno del otro– no había internet.

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