Sobre Historia de la tristeza, de Raúl Lafuret Pereyra

Por Viviana Di Campli

Sobre Historia de la tristeza, de Raúl Lafuret Pereyra

Borde perdido”, la editorial independiente y autogestiva de nuestra ciudad que dirige Sebastián Maturano desde 2013, agregó un nuevo título a su Colección: un libro de poesía casi sin palabras. Se arriesgó a la idea de Raúl Lafuret Pereyra (artista cordobés de una trayectoria que incluye composición musical y artes plásticas) y el resultado es un libro extraño, diferente.

Historia de la tristeza” se gestó en los miles de dibujos que el autor hace desde hace años en cualquier superficie, en cualquier lugar y que representan nuestros modismos de seres humanos, nuestros gestos, veladas sensaciones, aparentes saltos, llantos, caricias, bailes, sutiles secretos, muertes, angustias, risas. Algo” despierta en nosotros al mirar las páginas, no es que las líneas se expliquen llanamente. Este libro es tal vez una promesa del reflejo de nuestra propia historia de tristeza en esas figuras universales.

Y el final (impactante) nos hace leer de otro modo un refrán español muy conocido y nos revela la sutil interferencia entre eso que el sentido común” ve en lo cotidiano y que está, indefectiblemente, de un modo u otro, a veces más disimulada, superada o tapada: Una rara atonía en el alma”, como dice Tatian en su prólogo.

HOY DÍA CÓRDOBA entrevistó a Lafuret quien además, con sus composiciones musicales ha viajado y obtenido premios importantes de muchos países y posee un riquísimo bagaje de experiencias con personalidades y proyectos internacionales.

Poema visual, pero no de artista plástico si no de alguien que viene de la música, ¿por qué surge un poema con imágenes?

Mi formación arrastra disímiles lenguajes y expresiones que tiene el arte. Si bien es cierto que podríamos decir que, dentro de la esfera del arte, la música es la disciplina que me ha permitido mayores reconocimientos, íntimamente me reconozco y me siento cómodo en diversas disciplinas. Así es como mis primeros estudios formales y sistematizados los adquirí en Artes Visuales. También he ocupado mucho de mi tiempo en la Fotografía, el Video Arte y en otras pautas derivadas. Consigo decir entonces que mis estudios y prácticas abrieron ampliamente mi espectro expresivo. Necesito resaltar que desde muy joven fui formado en Cultura y Política por Denis Conles Tizado. Esa experiencia personal e íntima dio un giro a la comprensión de un terreno que en las instituciones educativas en arte son vistas con una diferente simbolización de los datos. Referirme a maestros con los que he estudiado y nombrar a Graciela Castillo y Oscar Bazán, entre otros, puede explicar y sintetizar el estado de las cosas dentro de mi pequeño mundo. Otro modo de sintetizar la respuesta es mi creencia de que en la Poesía reside la madre del Arte y el Pensamiento en general. Entonces digo que las demás disciplinas persiguen con sus técnicas y destrezas, alcanzar el grado que la poesía otorga.

¿Este libro habla de la tristeza de todos y todas, de nuestra existencia en general o hay algo más íntimo? Y por otro lado, estos signos en papel ¿de qué modo te parece que revelan tu mirada como artista?

Lo primero que se me ocurre decir, es que el día en que comprendí que mi mirada no es la mirada de los otros, pude abrigar que en esa reflexión habitaba la libertad. Es bueno aclarar que yo era muy miope y que eso también de alguna forma me conectaba de una manera singular a los demás y su parecer. Ocurrió entonces que mucho tiempo después, ya en la Universidad, tuve acceso a la notación analógica y si bien yo la venía practicando con frecuencia no sabía de su existencia en la enseñanza normal. Pasó ahí que hallé una fuerte conexión que enlazaba la grafía y el sonido, pero este tipo de notación lo hacía de un modo poético. Uní a esto una experiencia significativa que había tenido en la escuela secundaria donde yo había armado una banda de música pero sin instrumentos. Teníamos un solo recreo de cuarenta y cinco minutos, y sobre unas viejas máquinas agrícolas que estaban derruidas en un campo, nos colocábamos tres compañeros y yo y simulábamos corporalmente y con sonidos vocales, ejecutar los instrumentos. Hacíamos canciones del Cuarteto Berna (por lo general). Era básicamente una humorada para divertir a los compañeros, pero para mi sorpresa todos se quedaban serios a escuchar y ver la performance de una música que no era del gusto de ellos. Eso no duró mucho, un poco más de dos meses pero en mi cabeza quedo cimbrando la imagen ábrete paso, nada es tan real como lo imaginas”. La cosa estaba en la Morfología del Pensamiento, en la Teoría de la Percepción. Todo cerró en largas charlas en los atardeceres de primavera en La Habana con Jorge Antunes, a quien había conocido en el estudio de Graciela Castillo. Los signos sobre el papel son el inicio de ese relato que conocemos como la historia de la humanidad.

De ese modo digo: todo es íntimo cuando se refleja en nuestros ojos. Las lágrimas legitiman lo íntimo y la tristeza pasa a formar parte de nuestro archivo. Así, en cada uno, así en todos por igual con sus grises y negros. Los diez años de docencia en arte con niños de zonas periféricas y desfavorecidas, me dejaron algunas que otras certezas desordenadas que por su desorden mutan en dudas, que no son otra cosa que el espíritu del arte lo cual aspiré incluir en Historia de la tristeza”.

La equidad acrecienta la serenidad.
La línea no admite calificativos, la línea es.
La belleza, tanto como la impureza se construye en la mirada.
Hay una historia detrás de ti.
El futuro es nuestro devenir.

En aquellas clases vi el esfuerzo de aquellos que quieren dar lo mejor de su parte y se muestran inconformistas. Por lo contrario otros se mostraban sueltos livianos con el objetivo, pero en ambos podía ver que su trazo era el que representaba su condición y vislumbraba en su hacer ese sobrevenir coloreando su futuro. Se puede advertir que el límite (el de todos nosotros) es la ignorancia. No hay saber que pueda evitar esa línea (escalonada). Es aquí donde aparece el espacio en blanco, el silencio que nos conecta y el vacío que asiste la articulación entre los sentidos no unidimensionales e insustanciales. Lo dicho, lo hecho y otras cosas que por alguna razón quedan guardadas, revelan mi mirada como artista.

¿Cuál es tu búsqueda como persona? ¿Cómo te parece que los libros que editaste y la música que creaste conviven en ella?

Lo editado y creado hasta ahora en distintos formatos no pertenecen a una búsqueda personal sino que ha resultado mi forma de vivir. Me resulta imposible escindir una cosa de otra. Registro que hay una cronología que creo reconocer y entiendo que todo empezó con las lecturas, casi todas incomprensibles para mi edad (muy pequeño) y entorno. Así es que leía filosofía con total naturalidad y con total naturalidad percibía que era poesía. No tuve la pulsión de entender, por mucho tiempo carecí de esa atadura. El tiempo fue pasando y la violencia simbólica apareció y me dio un susto grande. El susto me lo quité con más lecturas y el quehacer diario. Estudiar y experimentar. El laboratorio como estímulo fundamental y gracias a mis maestros entender que para llegar al laboratorio antes había que estudiar. Mi permanencia dentro del arte como territorio donde habitar resultó un sitio seguro, placentero. Con frustraciones como en todos los órdenes de la vida. Frente a la obra propia, la búsqueda de lo bello no estuvo presente. Entiendo sí, que usamos con frecuencia la palabra bello de una manera equívoca, al menos en el arte. Por mi parte considero que lo bello es estático, me inclino más por lo inquietante donde las certezas escasean. Me impulsa una pasión infructuosa. De todos modos creo que es un tema menor y que cada artista se inclina para el costado que le resulta más cómodo. Me gusta citar a Macedonio Fernández cada vez que se llega a este punto: Pescar o no pescar es lo que resulta de una jornada de pescador; los peces no se deducen; las verdades tampoco. De todo el pensar no puede resultar más que una descripción de la experiencia. Y contentémonos con haber pescado algo, en lugar en lugar de inventar principios de razón, unidad de mundo, comienzo del mundo, infinitud o finitud del espacio o el tiempo”.

La vida oculta de la obra

En mi caso encajar en la idea que existe una supremacía de lo estético sobre lo natural potencia el acercamiento a los lenguajes artísticos y estos aparecen en diferentes formatos y dependen también de las herramientas con que me vinculo. Esto por consiguiente me encamina a una circunstancial tregua de la confusión y me aloja en la tarea del desarrollo formal apartándome de cualquier búsqueda de la verdad. Cuando esto sucede aparece la inquietud sumergida en la pregunta que es el verdadero espíritu del arte. Verdadero pero poco esclarecedor y al decir de Cleanth Brooks La verdad poética se transforma en verdad dramática”. A través de esta fórmula puedo adentrarme en la vida oculta de la obra, lo que late y se expande.

Historia de la tristeza. Poema Visual”, de Raúl Lafuret Pereyra.

Editorial: Borde Perdido.

Prólogos: Diego Tatián, Pablo Belzagui, Aníbal Buede, Andrea Guiu, Muscarova y Carlos Schilling.

Asesoramiento: Alejo Carbonell.

Diseño: Viviana Di Campli.

Encuadernación artesanal: Pablo Givicini.

Se puede conseguir en @elespejolibros y pronto en más librerías de la ciudad.

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