Beatriz Sarlo (1942-2024) fue una personalidad destacada del campo intelectual argentino con alta visibilidad y exposición pública, que reivindicó como pocos la amalgama entre el pensamiento y la acción, revalorizando la labor intelectual para poder iluminar los problemas concretos de la realidad. Ella fue, sin dudas, una académica comprometida con la realidad social. Por eso solía concurrir a actos, marchas y manifestaciones, sumándose a movimientos en defensa de principios y derechos, que nunca eludía el contacto con la política, interviniendo con la misma pasión y honestidad con la que enseñaba y escribía.-
Lúcida, inquieta, inteligente y valiente, con una sólida formación teórica, era también una hábil polemista que exhibía siempre una extraordinaria capacidad para producir, fundamentar y transmitir sus propias ideas, tanto en el ámbito público como en la conversación privada e informal. Nunca escatimó su presencia en los grandes medios de comunicación (sus ilustradas columnas en el diario Perfil así lo documentan), y no temía participar en los programas televisivos de mayor audiencia (sus clásicas entrevistas serán recordadas por siempre). Ciertamente, algunas de sus posturas públicas le valieron el distanciamiento y la crítica de quienes habían sido sus compañeros de ruta y colegas más cercanos. Pero siempre asumió el riesgo del pensamiento crítico. Y lo hizo con genuina valentía.-
Disfrutaba por igual del cine, del teatro independiente y de la música contemporánea. Adoraba a los gatos y al tenis, su deporte preferido, que practicaba con asiduidad. Era habitual verla en todos los ámbitos de la cultura en Buenos Aires, la ciudad que la vio nacer y morir, y que amaba profundamente, en todos sus aspectos y con todas sus contradicciones. Si bien la literatura fue su disciplina troncal (que durante años enseñó con notable brillo en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA), ninguna faceta de la creación artística le era ajena.-
Como escritora y ensayista, Sarlo deja una obra monumental, que resulta imprescindible no sólo para estudiar la cultura argentina sino también para comprender los vaivenes de la cultura universal de nuestro tiempo. Su particular visión de la literatura argentina, de sus principales autores, y sus agudas reflexiones sobre la vida urbana, sobre la postmodernidad y la influencia de los medios de comunicación (y últimamente de las redes sociales), son insoslayables a la hora de pretender interpretar la complejidad de la situación actual.-
Sus textos, sus artículos y libros, dedicados al análisis de la cultura, la comunicación y la historia argentina, entre los cuales podemos citar: “Ensayos argentinos: De Sarmiento a la Vanguardia” (1977); “Conceptos de sociología literaria” (1980); “Literatura y Sociedad” (1982); “El imperio de los sentimientos” (1985); “Una modernidad periférica” (1988); “La imaginación técnica: Sueños modernos de la cultura argentina” (1992); “Borges, un escritor en las orillas” (1993); “Escenas de la vida postmoderna” (1994); “Martín Fierro y su crítica: Antología” (1994); “Instantáneas: Medios, ciudad y costumbres en el fin de siglo” (1996); “La máquina cultural: Maestras, traductores y vanguardistas” (1998); “Siete ensayos sobre Walter Benjamin y la cultura” (2000); “La batalla de las ideas, 1943-1973” (2001); “La pasión y la excepción” (2003); “Escritos sobre literatura argentina” (2007); “La ciudad vista: Mercancías y cultura urbana” (2009); “La audacia y el cálculo: Kirchner, 2003-2010” (2011); “Ficciones argentinas: 33 ensayos” (2012); “Signos de pasión: Claves en la novela sentimental del Siglo de las Luces a nuestros días” (2012); “Viajes: De la Amazonia a Malvinas” (2014); “La intimidad pública” (2018); “La lengua en disputa. Un debate sobre el lenguaje inclusivo” (2019); han influenciado decididamente en la evolución del pensamiento argentino, desde la década del setenta hasta el presente, constituyendo una guía necesaria para lograr una mejor comprensión de la historia cultural de nuestro país.-
Además, fue impulsora de revistas que marcaron una época, como “Los Libros” y “Punto de vista”. Entre 1969 y 1976 fue parte del staff de la revista “Los Libros” (fundada por Héctor Schmucler), que en su origen era una publicación destinada a la crítica literaria y cultural, y progresivamente fue virando hacia el análisis político e ideológico. Sarlo, junto con Carlos Altamirano y Ricardo Piglia, fueron sus editores principales en el último período.-
Durante la dictadura, tras el golpe de Estado perpetrado en marzo de 1976, continuó con su militancia política e intelectual, encargándose de la dirección de la revista “Punto de vista” (1978), que se convirtió en un espacio fundamental para la reflexión en tiempos de censura y represión. Y desde 1983 Sarlo cumplió con su rol de férrea defensora de las instituciones democráticas. Así, desde la editorial del n° 17 de aquella publicación, expresaba: “Una sociedad se democratiza no sólo en las modalidades de ejercicio político, sino en la producción de nuevas condiciones económicas, sociales y culturales, que conviertan a ese ejercicio en una posibilidad efectiva”.-
En febrero de este año había publicado su último libro: “Las dos torres”, un conjunto de ensayos en los que se abordan las distintas expresiones artísticas contemporáneas (como el cine, la música y el teatro), con el fin de indagar qué lugar ocupan la sorpresa, el escándalo y las nuevas ideas en la cultura actual. “En qué se convierte el arte bajo el mandato de la diversidad cultural y la corrección política?”, se pregunta la autora en sus páginas.-
Por su trascendente labor cultural, literaria y periodística, Sarlo fue multipremiada en vida: Recibió la beca “Guggenheim”; el premio a la Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes: el diploma al Mérito otorgado por la Fundación “Konex” en 1994, que se repitió en 1996 y 2004 (cuando recibió el “Konex de Platino”); la “Orden do Mérito Cultural” de la República de Brasil en 2009; el premio a la “Libertad de Expresión”, otorgado por la Editorial Perfil en el año 2011, y la “Pluma de Honor” de la Academia Argentina de Periodismo en 2013; entre muchos otros reconocimientos y distinciones.-
Ella formó parte de una generación de intelectuales que estaban convencidos que discutir la tradición cultural local, introduciendo lecturas de autores o de producciones literarias con visiones distintas, era un modo de participar activamente del debate público. Precisamente esa convicción de no escindir el debate cultural del debate político y social, es un rasgo esencial que caracteriza a toda su obra y su quehacer intelectual.-
Beatriz Sarlo falleció el martes 17 de diciembre, en horas de la madrugada, en el Sanatorio Otamendi de Buenos Aires, donde permanecía internada tras haber sufrido un ACV masivo. Tenía 82 años. Su desaparición física causa un enorme vacío en el mundo intelectual vernáculo, pero su obra y su pensamiento seguirán inspirando a futuras generaciones de escritores y periodistas.-
Nos deja un legado impresionante, porque “debe haber sido la única intelectual argentina que, habiéndose metido en el barro de la opinión política cotidiana, mantuvo un gigantesco prestigio como intelectual y como académica”, al decir de Adrián Gorelik, arquitecto e historiador, que era uno de sus afectos más cercanos .-
Figura central de la cultura nacional durante las últimas cinco décadas, a horas de su partida definitiva ya hemos comenzado a extrañar su palabra precisa, sus comentarios punzantes y análisis críticos. Cuánta falta nos hará, en el tiempo por venir, su capacidad para interpelar al poder y leer la realidad política y social. Seguros estamos de eso. Adiós Beatriz. Y buen viaje!