“El siervo inútil”, una dura mirada sobre el neoliberalismo

Por Manuel Sánchez Adam

“El siervo inútil”, una dura mirada sobre el neoliberalismo

En la plataforma Cine.ar se nos presenta un filme sobre el destrato contra quienes tienen poco y nada, en un tono bíblicamente profético, tal como lo anuncia el título “El siervo inútil”, y del texto de las Escrituras en el que, según dice, se basa su realizador, el cordobés Fernando Lacolla: “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos”.

De esta parábola de la Biblia saca Fernando Lacolla el título a su ópera prima, “El siervo inútil” (2023), una película que va tejiendo, con pausa pero no sin suspenso, y que tiene como condimentos principales la ambición desmedida, la necesidad de ascenso social y el crecimiento económico a cualquier costo.

Luca (Federico Liss) es empleado de una inmobiliaria y busca concretar la construcción de un housing en terrenos ferroviarios frente a la Terminal de Ómnibus, en donde hay una estación ajetreada por el tiempo. Para él, la inmobiliaria no representa sólo su espacio de trabajo, sino que entra en juego el terreno afectivo ya que tiene como empleador a su propio suegro. No obstante, para comenzar la obra necesitan de un trámite burocrático, que incluye un permiso de habilitación por parte de la Municipalidad, y es aquí donde el nudo comienza a desplegarse, envolviendo a Luca en un camino peligroso pero que no puede o se niega a ver debido a la oportunidad que, cree, se le ha presentado.

En este marco, el film pone en evidencia los negociados mal habidos del sector inmobiliario, en connivencia con un sector del Estado, cuando ingresa en escena el diputado Eduardo Cardone. El primer encuentro entre el funcionario y Luca es en un polígono, un lugar que nos alerta de la violencia por venir, que refleja verticalidad y poder, algo que el diputado utilizará para neutralizar cualquier manifestación de Luca. Éste mira a Cardone mientras apunta al blanco y desde ese instante acepta todo lo que le ofrece. El funcionario lo invita a probar el arma y Luca obedece, para no ser descortés y agradarle de entrada. En esta actitud del protagonista se vuelca la parábola que el director quiere hacer notar: cumplir lo que se le ordena y llamarse a silencio.

Tras aceptar de palabra el pedido de agilizar los trámites para la habilitación, Cardone logra su cometido. Aloja de inmediato a Luca diciéndole que cuente con su firma para la concreción del proyecto, y mediante un diálogo amigable desvía la conversación y le pregunta sobre su vida como deportista de rugby -el hijo de Cardone fue compañero de equipo de Luca-, las causas que lo llevaron a abandonar la competencia; sumado a otros detalles, ocupando una posición de poder que va tomando de manera sutil, arrogándose una función paterna, función que Luca desconoce al no tener relación con su padre (y otra, débil, con su suegro). El protagonista lo observa callado y se deja arrastrar por Cardone, quien se muestra amable en el comienzo. En un momento, el funcionario dice: “me vendría al pelo invertir con ustedes. Lo que pasa es que ando con poca fluidez, poca liquidez… aunque si se diera tendría que ver la agenda. Si vos, bueno, no, no me hagas caso”. Cardone esboza un pensamiento y se interrumpe sólo de manera adrede, intentando sembrar una inquietud en Luca. ¿Su fin? responsabilizarlo de la venta de un campo que está a su nombre, haciéndolo testaferro a cambio de la habilitación del housing. No sin consecuencias.

Otro de los puntos clave de “El siervo inútil” se vislumbra en una escena, que deja al descubierto lo que no se ve de este emprendimiento inmobiliario: en esos terrenos ferroviarios donde quieren construir el complejo habitacional viven muchas personas en situación de calle, que la policía echa sin mediar palabra, quemando las pocas pertenencias que tienen. En este sentido, la película dialoga con categorías propias de esta época: el concepto de progreso, y la utilización del Estado para beneficio de los privados y en desmedro del pueblo se hallan como ejes del film. Además, en una ciudad como Córdoba, con un problema habitacional serio, que se cuente una historia con estas características a través del cine es un acierto que puede pensarse como una denuncia, una resistencia a lo que acontece en la actualidad, siendo el arte un medio por excelencia que historiza y potencia los hechos.

Tras el desalojo forzado, Luca camina por los terrenos y en sus ojos hay sorpresa, como si hasta ese momento no supiera las consecuencias que acarreaba el proyecto. Allí ve objetos incendiados y los restos que han quedado de esa vivienda precaria, ahora destruida. Sin otra intención más que desear olvidar lo que ha visto, aun sabiendo que podría haber víctimas fatales tras la golpiza de la policía, asiste a una fiesta electrónica con su novia. Mientras baila, ahoga los recuerdos en el alcohol y sale a tomar aire. Pero el daño está hecho y el diputado que había prometido su firma desaparece sin dejar rastro, mientras Luca debe toparse con una investigación judicial en curso.

Con las actuaciones de Federico Liss, Rubén Gattino, Víctor López, Pola Halaban, Axel Pratto y Raul Sánchez, la película logra conmover, tocando puntos neurálgicos que hacen a la injusticia social. Aquí el destrato contra quienes tienen poco y nada se hace latente, una situación que se refleja desde el inicio con aquella frase bíblica: “Por qué al que tiene, se le dará: y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”.

“El siervo inútil” está disponible en la sección “estrenos”, en la plataforma de Cine.ar Play.

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