Este 9 de julio, mientras Argentina conmemora un nuevo aniversario de la independencia, también se recuerda el nacimiento de una de las artistas más trascendentales del país: Mercedes Sosa, la tucumana que llevó el folclore al corazón del pueblo y la lucha social a los escenarios más grandes del mundo.
Nacida en 1935, «La Negra» no solo fue una voz prodigiosa, sino también un emblema de resistencia cultural y política. Comunista, perseguida por la dictadura y exiliada, Mercedes convirtió su arte en una forma de militancia. Su canto fue puente, refugio y grito colectivo.
Para comprender su legado más allá de lo musical, la escritora Alexia Massholder la reivindica como una artista revolucionaria en su libro “Todas las voces, todas. Mercedes Sosa y la política”. En las primeras páginas, describe con claridad el poder transformador de su obra:
“Si el arte se constituye como un puente entre los dos sujetos –el o la artista, y un sujeto receptor– a través del cual se intercambian, al mismo tiempo, visiones de la realidad, Mercedes abordó esa interacción con la frescura de los primeros tiempos. El arte se convertía, una vez más, en una forma de expresar, denunciar y analizar la realidad acompañada de una belleza, de una estética que la diferenciaba –y la diferencia– de otras formas de praxis.”

A diferencia de quienes entienden el arte como un mero adorno, Sosa lo vivió como herramienta para interpelar, sensibilizar y despertar conciencia. Así lo expresa Massholder:
“El arte de Mercedes es un arte que no sólo produce un objeto para un sujeto, sino que también influye en la formación de un sujeto receptor.”
“Así como la sociedad está integrada por diferentes sectores y clases con diferentes formas de percibir la realidad, hay también distintas formas de posicionarse frente al arte y diferentes posicionamientos de los artistas. Hay quienes consideran el arte como un ‘adorno’, una creación mero producto de la ‘inspiración individual’, objetos realizados sólo para deleitar nuestros sentidos. Y hay quienes, como Mercedes Sosa, practican el arte como un producto social, cuyo objetivo no es simplemente el deleite de nuestros sentidos –que no es poco–, sino que, a la vez, ejerce acción sobre la conciencia de los hombres sobre determinados asuntos.”
Para Mercedes, el arte nunca fue neutral. Fue una forma de habitar el mundo, de señalar injusticias y de acompañar procesos colectivos de transformación. Así concluye Massholder:
“Porque el artista no está ‘por encima’ de esa realidad, sino que es parte de la misma e, indefectiblemente, sea consciente o no el artista, incide en su forma de ejercer su profesión. Y con su arte, Mercedes buscó involucrarse en la conformación de subjetividades sensibles a determinados problemas de la realidad. Algo que, sin dudas, contribuye a abrir posibilidades para transformar esa realidad.
Por eso Mercedes Sosa fue, es y será una artista revolucionaria.”
A 90 años de su nacimiento, su voz sigue viva. En cada lucha, en cada canción compartida, en cada conciencia que se despierta. Porque Mercedes no cantaba para entretener: cantaba para transformar.
El 9 de julio tiene un significado especial para Mercedes. No solo porque es el día de su cumpleaños, y el de la Independencia. También porque su infancia no habría sido la misma sin el hermoso parque tucumano que lleva la fecha por nombre.@CanalEncuentro pic.twitter.com/5AibEh3TO9
— Fundación Mercedes Sosa (@hmsosaoficial) July 9, 2021