Constanza Casarino, artista visual y activista ambiental, inaugura la instalación “La última semilla de Tala”. La cita es el martes 8, a las 17, en Andamio Studio (Calasanz 32).
En la planta alta de este espacio, Mell Kobylnik, integrante de la Brigada Forestal Chiviquin y del colectivo Fuegas, Gisela Peluso, perteneciente a la Brigada Caburé y activista en XR, y Lucía Boero también miembro de la Brigada Forestal Chiviquin, compartirán experiencias en su lucha por la defensa del monte nativo (sierras de Córdoba) y contarán al público presente las acciones que realizan para detener la profundización de la crisis climática. La actividad es abierta al público.
Luego de dialogar sobre una de las problemáticas que alcanza a la provincia y a nivel global, también se podrá recorrer la instalación en la que la artista muestra una serie de fotografías y documentos sobre esta temática registrada donde puso el cuerpo en la protesta y la defensa del bosque nativo. La propuesta tendrá, además, otra activación el próximo jueves 10 de abril a las 17, cuando Constanza Casarino brinde el taller “Cómo hacer plantines de especies nativas para reforestar”. Se trata de una acción “reparadora del daño ocasionado por los incendios y la negligencia”, señala la artista.
De qué se trata «La última semilla de Tala»
El proyecto visual incluye un conjunto de piezas (series de fotografías del monte, los incendios, las manifestaciones, las luchas, registros documentales, plantines, semillas, dibujos), como también acciones y actividades en el espacio. Todo toma forma en esta instalación de Constanza Casarino, donde confluyen prácticas artísticas y políticas ambientales, en lo que recibe el nombre de artivismo.
En la producción de Constanza se da el cruce entre lo personal, en cuanto a su vínculo identitario y afectivo con las sierras que rodean el valle en el que vive, como también lo colectivo, en las acciones de defensa del monte nativo de las Sierras de Punilla, la participación en asambleas, audiencias públicas, protestas, y organizaciones ambientalistas.
La última semilla de Tala traduce el obrar artístico en una instalación (ampliada como dispositivo dinámico para poder mostrar el activismo de su autora), da cuenta de un ida y vuelta, en una continuidad del hacer, del registrar, del saber y del comunicar. La génesis del proyecto parte de todas esas prácticas activistas que la artista documentó y concretó entre 2020 y 2023. “El discurso se termina de legitimar en el formato de una instalación que se despliega de puertas abiertas para conversar del tema con los y las visitantes”, expresa la gacetilla de difusión. Además la instalación “continúa la tarea de visibilización de la necesidad de reforestar el monte, de protegerlo contra los avances incendiarios de los inescrupulosos, que no respetan leyes ni vidas”.
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