Ayer se cumplieron 11 años del deceso de María Elena Walsh, emblemática figura de la literatura, la música y la poseía, pero su legado continua vivo en sus letras y melodías que acompañan a niños y adultos desde hace décadas.
Fue poeta, folclorista, intelectual, feminista, cantante, narradora, guionista, dramaturga y también ideóloga de un universo infantil imaginativo y desbordante en el que camufló su ideario político y feminista, porque para María Elena Walsh todas las ramificaciones del arte operaron como territorio de operaciones para desplegar la tristeza y la impotencia que le causaban la desigualdad social y las disparidades de género.
La artista supo desde chica cómo descorrerse de los mandatos. Se autoproclamó feminista cuando la palabra incomodaba y circuló espacios donde se debatía la opresión a las mujeres, mientras sus artículos, canciones y poemas fueron el refugio de la rabia, pero también el espacio desobediente para cantarle a la libertad.
La creadora de la tortuga Manuelita nació de padre irlandés y de madre argentina en el barrio porteño de ramos Mejía, el 1º de febrero de 1930.
Irrumpió en la escena intelectual del país con sus obras infantiles, entre las que se destacan Manuelita la tortuga, y los libros Tutú Maramba, El reino del revés y Dailan Kifki. Pero no sólo se dedicó a los más chicos, sus escritos políticos tenían una carga ideológica fuerte, la cual debió ser censurada durante los años de la dictadura militar.
La creadora del mundo del revés transitó por el teatro, el cine y la televisión, medios a través de los cuales logró una masiva popularidad entre las muchas generaciones que la escucharon para entretenerse y las que actualmente lo hacen.
Pero a pesar de esta vida enmarcada en la tranquilidad de la naturaleza, sus ansias intelectuales afloraron a sus tempranos 15 años, cuando publicó su primer poema en la revista El Hogar; al poco tiempo, ya tenía su primer artículo en La Nación.
En el año 1949 María Elena Walsh viajó a los Estados Unidos y pocos años más tarde se instaló en París, en un exilio voluntario. Allí, en compañía de Leda Valladares, formó el famoso dúo Leda y María, que se consagró gracias a las tantas presentaciones y a los reconocimientos tanto de los especializados como del público en general.
«Creo que María Elena era única y era valiente. Se fue a París, formó un dúo, cantó canciones de protesta, de denuncia, le dio para adelante, escribió para grandes y chicos… escritoras como ella son muy hijas del siglo XX y son quizá también las últimas representantes de un siglo en el que pasó todo», destaca el dibujante Fanti.
Por su parte, la escritora María Teresa Andruetto dice: «Ella podía ser irónica: el humor, la ironía, la burla, la ternura, la recuperación de identidad... hay muchas María Elena. También la ensayista, crítica, cuestionadora. En algunas cosas nos gustó su cuestionamiento y con otras renegamos un poco, pero ella siempre tuvo mucho coraje, mucha voluntad de salir a la escena pública para opinar, aún contracorriente muchas veces. Veo en ella una obra muy rizomática que si bien ha tenido esa parte más canonizada tiene todas otras ramificaciones tan interesantes», amplía.
A lo largo de su vida recibió innumerables reconocimientos nacionales e internacionales: Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, Premio Konex de Platino y de Honor en Letras; Highly Commended del Premio Hans Christian Andersen de la IBBY (Dinamarca), el Premio Honor del FNA; Doctor Honoris Causa de la Universidad de Córdoba, entre otros.
Los últimos años de su vida los compartió junto a su pareja, la fotógrafa Sara Facio, quien estuvo con ella frente a la enfermedad. María Elena falleció el 10 de enero de 2011 a los 80 años, luego de un largo período de internación. Sus restos fueron velados en la sede central de SADAIC y la inhumación se realizó en el panteón de la entidad en el Cementerio de la Chacarita, en el cual el músico argentino Eduardo Falú le dedicó unas palabras de despedida.