En una noche histórica en Riad, Arabia Saudita, el púgil argentino Kevin Ramírez se consagró campeón del primer Grand Prix de los Pesados del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). El oriundo de Wilde, de 26 años, no solo se llevó el trofeo José Sulaimán y una bolsa de 100 mil dólares, sino que lo hizo desafiando toda lógica física y profesional.
Ramírez, quien habitualmente compite en la categoría crucero (90.7 kg), aceptó el riesgo de subir a la divisional máxima para este certamen. En la final, derrotó por decisión unánime al gigante bosnio Ahmed Krnjic. La proeza cobra una dimensión épica al considerar las cifras oficiales: el argentino registró 91.5 kg en la balanza frente a los 122.2 kg de su rival; una desventaja de 30 kilos y 10 centímetros de altura que el bonaerense compensó con una estrategia de «entrar y salir» y una notable madurez técnica.
Ver esta publicación en Instagram
Sin embargo, la verdadera batalla de Ramírez se libró fuera del cuadrilátero. El boxeador, que trabaja como barrendero para la empresa Ashira y es representante del Sindicato de Camioneros, confesó haber estado al borde del retiro. “Estuve a punto de colgar los guantes, la estaba pasando mal”, declaró emocionado, destacando el apoyo de su hermano, el ex campeón mundial Víctor Emilio Ramírez.
Su camino al título incluyó un nocaut en 27 segundos ante Brian Zwart y victorias sobre Reagan Apanu, Piotr Lacz y Dante Stone. Hoy, con un récord invicto de 12 triunfos, Ramírez se posiciona como retador al título Plata del CMB, aunque mantiene firme su sueño original: coronarse campeón mundial en su peso natural, el crucero.









