Fue un empate con sabor a triunfo para Independiente, y con un gusto a derrota y decepción para Racing. Así lo evidenció el puño apretado de los jugadores del Rojo tras el pitazo final y el 0-0 en el marcador. El equipo de Vaccari jugó 60 minutos con 10 hombres y otros siete con nueve. Cuando la Academia se relamía, apareció el corazón de un rival que lo aguantó con garra, orden y un enorme sacrificio para rescatar un punto que, por cómo se presentó el encuentro, fue valioso. El visitante resistió ante una delantera temible, que con 18 gritos fue la más goleadora en las primeras 11 fechas de la Liga Profesional y que venía de aplastar a Huachipato por 6-1.
Racing jugó mejor cuando el duelo fue 11 contra 11 que cuando Independiente quedó con 10. El conjunto de Gustavo Costas fue el dueño de la pelota y de las acciones en el arranque del primer tiempo, con un 70% de posesión. El local tiró toda su artillería pesada en materia ofensiva y dominó a un Rojo desorientado a partir de la premisa de hacer ancha la cancha con Baltasar Rodríguez y, principalmente, con un Carbonero picante.
Cuando Damián Pérez fue expulsado tras cortar con infracción una ocasión manifiesta de gol, Vaccari tuvo que reconfigurar todo: sacó a un extremo, Luna, y puso a un zaguero, Pellegrino, para cambiar el esquema 4-3-3 inicial por un 5-3-1 en el que Ávalos quedó muy aislado. En superioridad numérica, a Racing le costó fabricar el espacio ante un adversario que se replegó. Sin embargo, si no se fue al vestuario en ventaja fue por los reflejos del arquero Rey y también porque hubo un offside milimétrico que le ahogó un grito a Sosa.
En el tramo final de la primera etapa, al dueño de casa le costó más entrarle al rival. En ese contexto, el partido pedía el ingreso de Juan Fernando Quintero para romper con sus pases profundos y criteriosos. Y Costas lo puso a los 10 minutos del complemento para que se encargue de hacer lo que sabe: crear fútbol.
El partido se presentó con un Racing que, obligado por la localía, la calidad de sus figuras y la superioridad numérica, atacó siempre con muchos hombres. Independiente, despojado de la mochila de la responsabilidad, se replegó, achicó hacia atrás y se encomendó a una plegaria en cada contragolpe.
La Acadé tuvo chances, pero no fueron del todo claras y en ningún momento logró arrollar. Así, dejó pasar la chance de subirse a la cima y quedó en el cuarto lugar, con 21 puntos. El Rojo, con 15, está décimo séptimo.