La Selección Argentina, que está en estado de gracia, pretende prolongar su imparable marcha esta semana en la reanudación de la clasificación sudamericana rumbo al Mundial de 2026. Sin su gran figura Lionel Messi, lesionado, la Argentina recibirá mañana a Chile, desde las 21, en el Más Monumental, aún con la resaca del bicampeonato de la Copa América que logró en julio pasado.
El campeón del mundo tiene el desafío de defender el liderazgo de las eliminatorias sin su capitán, que se recupera de una lesión traicionera y sin su escudero, Ángel Di María, retirado definitivamente del seleccionado. Comienza así un lento proceso de renovación que abre espacio a promisorios juveniles, como Alejandro Garnacho, de Manchester United. Sin embargo, el entrenador Lionel Scaloni recurrió a Paulo Dybala como probable reemplazo de Messi, luego de que el volante de la Roma no fuera convocado para la reciente Copa América jugada en Estados Unidos.
Chile, en un incómodo octavo puesto en la clasificación al Mundial, tiene la urgencia de comenzar a sumar si quiere aprovechar la facilidad de poder optar por uno de los seis cupos más un repechaje disponibles para los diez seleccionados de la Conmebol. Ayer, mientras tanto, el equipo nacional se entrenó en el predio que la AFA posee en Ezeiza.
Sin la presencia de “Dibu” Martínez, Scaloni probó dos formaciones. El primer equipo formó con Walter Benítez; Nahuel Molina, Cristian Romero, Germán Pezzella y Marcos Acuña; Rodrigo De Paul, Leandro Paredes y Enzo Fernández; Julián Álvarez, Lautaro Martínez y Nico Gónzalez. Si se confirma la tendencia, se desprende el ataque con un tridente: Julián, Lautaro y Nico. Y una curiosidad: dos defensores de River en la probable formación titular.
El segundo equipo que probó el DT fue con Juan Musso; Gonzalo Montiel, Nicolás Otamendi, Lisandro Martínez y Valentín Barco; Valentín Carboni, Guido Rodríguez y Giovani Lo Celso; Paulo Dybala, Valentín Castellanos y Alejandro Garnacho. En ambos casos, las formaciones tuvieron el mismo dibujo táctico: 4-3-3.
Matías Soulé, el extremo de la Roma, actuó como un auténtico comodín, entrando y saliendo en ambos equipos. La idea global fue de una marcada intensidad, bien al estilo del conductor.