“Ahora es el momento de celebrar”. El título corresponde a Pedro Caixinha, el DT que ejecutó la gran hazaña de Talleres, que clasificó a octavos de final de la Copa Libertadores por primera vez en su historia. En el vestuario, a pocos metros, los gritos desaforados de los jugadores tapaban cualquier palabra que se pudiera decir en la conferencia de prensa oficial. Evidentemente, el objetivo costó un Perú y en Lima se festejó con todo. Más allá de las frases hechas, la alegría fue, es y será, inmensa.
Para el entrenador portugués, una clave estuvo en tener un plantel “convencido” y que no paró de trabajar. “Tenemos claro que se ha hecho historia, el grupo de jugadores fue el gran responsable”, siguió el luso. Y cerró, con una promesa que ilusiona aún más: “esto todavía no se terminó y queremos cerrar la fase de grupos en Chile de la mejor manera”.
En verdad, no fueron muchas las voces albiazules que se escucharon desde el “Tallerazo”. La mayoría de los protagonistas eligió el silencio, quizás considerando que el bajo perfil los acompañó desde el principio y no ven por qué romperlo pese al gran presente. Además, los dos días libres que se le dio a los futbolistas, según dijo el propio técnico, servirán para seguir de festejo, seguramente, también lejos de los micrófonos.
Uno de los pocos que habló fue Guido Herrera, que fue la gran figura ante Sporting Cristal con cuatro salvadas heroicas. El arquero dijo apenas aterrizó en Córdoba: “estamos orgullosos, es un privilegio poder haber avanzado de fase”. El riocuartense llegó a barrio Jardín cuando el club estaba en la B Nacional. En más de una le tocó pasarla mal, pero nunca aflojó. Primero consiguió el ascenso, ahora disfruta de estos logros internacionales.
Similar fue la reflexión de Héctor Fértoli en el aeropuerto Ambrosio Taravella. El Rayo aseguró sentir “una alegría inmensa por la gente”. tió anoche que le costaba expresarse, “por la felicidad y la emoción”.