El gobierno buscará acelerar esta semana la definición del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en medio de la fuerte inestabilidad en los mercados globales por los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump y ante la necesidad, en el plano local, de que el Banco Central de la República refuerce sus reservas para contener la volatilidad cambiaria.
Los últimos días de la semana pasada encadenaron una tormenta perfecta para el gobierno de Javier Milei. A la serie de desaciertos del ministro de Economía, Luis Caputo, en sus declaraciones públicas para intentar calmar al mercado de cambios, le siguió la pérdida de reservas del Banco Central, el desaire del presidente Trump al propio Milei en su viaje relámpago a Estados Unidos para sacarse una foto finalmente frustrada y el derrumbe de los activos argentinos de hasta el 13% en el viernes negro, que elevó el riesgo país a cerca de los 900 puntos.
El contexto parece alejar aún más la posibilidad de recuperar el acceso a los mercados financieros para Argentina, lo que hace al país más vulnerable y más dependiente del acuerdo con el FMI y los próximos desembolsos del organismo para fortalecer las reservas. Resulta elocuente, en este sentido, que en las últimas horas surgieran versiones de que el FMI evalúa la posibilidad de liberar un desembolso inicial mayor al declarado públicamente para Argentina, que podría estar entre los US$ 10.000 y US$ 12.000 millones, sobre un programa total ya confirmado de US$ 20.000 millones.
Sin embargo, la agencia de noticias Bloomberg aseveró que aún no hay consenso entre los miembros del directorio del FMI sobre el tamaño del desembolso inicial, al punto que habría sido el tema central de la discusión en la reunión informar del cuerpo del miércoles pasado, según fuentes que pidieron no ser identificadas porque las discusiones son privadas. Se prevé una nueva reunión entre los representantes de los países miembros del organismo para fines de esta semana que podría acelerar los tiempos para sellar finalmente el acuerdo de “Staff Level Agreement” y abrir la posterior votación formal del directorio.
Kristalina Georgieva afirmó el 31 de marzo que era «razonable» que el país pidiera al FMI que desembolsara el 40% del nuevo préstamo en un primer pago. «Se lo han ganado, dado su desempeño«, aseveró la titular del organismo. Sin embargo, ese 40% asciende a US$ 8.000 millones, en un contexto donde la pérdida de reservas del BCRA llegó a los US$ 3.000 millones en las últimas tres semanas.
El eje de las negociaciones actuales gira así en torno al monto de ese primer desembolso y a la secuencia de los siguientes giros durante los 4 años de duración del nuevo programa, período donde vencen compromisos por alrededor de USD 14.000 millones con el organismo -cuyo calendario comienza a correr a fines del próximo año-. Por ello, cualquier giro futuro implicará nueva deuda y mayor exposición del FMI, que ya le ha prestado a la Argentina US$ 44.000 millones.
Las bolsas cierran en llamas
En medio del tembladeral provocado por la suba de aranceles en los Estados Unidos, los activos argentinos se derrumban hasta un 13% el viernes en Wall Street, mientras el riesgo país se disparó por encima de los 900 puntos. Los “aranceles recíprocos” anunciados el miércoles por Donald Trump y la represalia de China con una alícuota equivalente del 34% para las importaciones de productos estadounidenses derivaron en un cimbronazo en los mercados internacionales, que impactaron con dureza en Argentina.
Los activos argentinos se ubicaron entre los que más cayeron con bajas de hasta el 13% y el riesgo país se disparó a los 925 puntos básicos, su nivel más alto desde noviembre de 2024. A la vez, el Banco Central vendió US$ 31.000.000 y en tres semanas las reservas cayeron casi US$ 3.000 millones. La situación muestra que de las últimas 14 ruedas, el Central solo pudo comprar dólares en una de ellas, lo que muestra la gravedad del cuadro actual, con múltiples sectores que apuntan a retacear liquidaciones especulando con una hipotética devaluación, que el Gobierno niega de manera tajante.
El viaje relámpago de Javier Milei a Estados Unidos terminó en papelón diplomático, ya que el Presidente argentino no consiguió su ansiada foto con Donald Trump y se retiró antes de su llegada, abriendo una serie de interrogantes y debates que llegaron hasta el costo monetario de la travesía.
Ocurre que se conoció que en la gala “American Patriots” realizada en Mar-a-Lago se pudo ver al canciller argentino, Gerardo Werthein, “fuera de sí”, a los gritos contra los organizadores del evento. Lo relató Glenn Parada, uno de los responsables de la organización de la velada, quien incluso aseveró que “tenían todo listo para verse (con Trump): solo debían esperar 15 o 20 minutos. Estaba todo armado, pero se fueron sin avisar. No sabemos por qué se fueron”. “Todo estaba planeado para que se encontraran. Milei aceptó venir por eso. Los pusimos juntos para que se puedan reunir. Pero a los 15 minutos de que se fue la delegación argentina, llegó Trump”, señaló Parada, quien insistió en que Werthein “estaba muy enojado, se lo notaba molesto, se fue a los gritos”.
La actitud del canciller, además de tensionar el clima del evento, fue considerada impropia para un jefe de la diplomacia argentina. “Fue él quien se comunicó con el anfitrión para anunciar que se retiraban. Estábamos todos esperándolos, incluso la familia Trump”, insistió Parada, quien explicó que “habíamos confirmado que Trump iba a estar y que se iban a reunir. Yo personalmente me encargué de que eso sucediera”. Según trascendió, el presidente estadounidense se retrasó por un problema técnico con el helicóptero en el que se trasladaba, algo que “ya se sabía con antelación”, agregó.
El momento de mayor tensión ocurrió tras la cena, cuando Milei recibió un galardón y brindó su discurso. En lugar de aguardar el arribo de Trump y la posterior reunión privada pactada, el mandatario argentino, su hermana Karina Milei y Werthein se retiraron abruptamente del lugar pese a que la visita había sido planificada para que él se reuniera cara a cara con Trump. El episodio generó malestar en los organizadores estadounidenses y pone en duda el vínculo político entre Milei y Trump.
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