Tras la decisión del Gobierno de permitir una importación más acelerada de alimentos y otros productos de la canasta básica para compensar los precios altos en góndolas, el Ministerio de Economía, a través del secretario de Comercio Pablo Lavigne, recibió ayer a ejecutivos de empresas fabricantes de alimentos de la cámara Copal, que es presidida por el también titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja.
El secretario de Comercio explicó a Copal el sentido de la medida y les aseguró que buscan una baja de precios en un contexto de valores en las góndola que corresponden a un tipo de cambio mucho más alto que el actual. La cámara alimenticia, por su parte, reclamó que la reducción de los plazos de pago de importaciones por esos productos perjudica a los fabricantes locales, que importan insumos en hasta 120 días.
En efecto, entre las medidas anunciadas, se encuentra la reducción del plazo de pago de las importaciones de los productos elegidos -pasarán de un esquema de pago en 4 cuotas a 30, 60, 90 y 120 días a un plazo de pago en una sola cuota a 30 días- y la suspensión, por un plazo de 120 días, del cobro de la percepción de IVA adicional y del Impuesto a las Ganancias para la importación de estos productos, entre los que hay medicamentos.
Durante el encuentro, el Gobierno presentó la lista de productos a importar que recibirán estos beneficios, que resulta muy amplia: aparecen carnes bovinas, porcinas, aviar y derivados; pescados y derivados; lácteos y derivados; huevos, hortalizas, legumbres, frutas, verduras, frutos secos y demás alimentos primarios, crasas y aceites, preparaciones alimenticias (pastas, salsas, panificados, confituras, etc.) e insumos alimenticios (extractos, concentrados, cacao, etc.); cervezas y bebidas sin alcohol. También estarán incluidos productos de higiene personal y de limpieza, así como unos 800 medicamentos, entre otros.
Según se informó oficialmente, la medida se toma “para mejorar la competencia y apuntalar la baja de la inflación en los productos de la canasta básica y medicamentos”. En rigor se trata de una iniciativa intervencionista, que contradice el ideal libertario del Gobierno, que apuesta a frenar de este modo los aumentos de precios. “No es un proceso inmediato, pero es un mensaje claro a una industria concentrada, como lo es la de los alimentos. Y en casi todos los rubros. Es un mensaje claro del Gobierno”, insistió una fuente de la UIA, que recibió muy mal la noticia.
El jefe del Palacio de Hacienda, Luis Caputo, ya había defendido el martes la medida ante los empresarios, en la cumbre de AmCham. Allí, Caputo aseguró que los supermercados “reconocieron” que habían establecido precios con un escenario cambiario de dólar “a 2.000 o 3.000 pesos”. “Hay precios que no pueden estar ahí”, dijo Caputo, que ayer salió a celebrar que la cadena Jumbo haya modificado sus ofertas: de un formato de “3×2” o “4×2” pasó a ofrecer descuentos lineales en los que afirma haber recortado entre 50% y 35% los precios en algunos productos.
Destacan que hay “inflación en dólares”
La Argentina de Javier Milei está viviendo un proceso inédito, ya que a la altísima inflación en pesos también le suma inflación en dólares. Si el precio de los alimentos creció un 300% durante la primera semana de marzo respecto al mismo período de febrero medido en pesos, también hubo aumentos que superan el 100% en dólares, al punto que algunos productos cuestan más caros en Buenos Aires que en Paris o Roma.
Un informe de la consultora EconViews, de Miguel Kiguel, reveló aumentos de 113% en dólares en el kilo de arroz blanco y del 103% en el paquete de harina. “¿Ya somos un país caro en dólares?”, se preguntan en el informe de esta consultora.
“Estos datos evidencian una insólita paradoja: actualmente sale más barato vivir en París con un sueldo en pesos argentinos”, afirmó un ex funcionario del Ministerio de Economía. Como ejemplo, en Milán un paquete de fideos cuesta 0,75 euros, mientras que en Argentina puede llegar a costar hasta dos veces más, superando incluso los $14.000.