La abrupta escalada del “dólar blue” en los últimos días, apalancada por la feroz interna desatada en la gestión económica que derivó en la renuncia de Antonio Aracre, volvió a exhibir la fragilidad del gobierno de Alberto Fernández, que apuesta al respaldo de la administración de Joe Biden en la renegociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para sortear la crisis y poder llegar con más calma a las elecciones de octubre.
En este contexto, la figura del ministro de Economía, Sergio Massa, cobra muchísima relevancia por sus vínculos con Estados Unidos y el organismo de crédito internacional. Ayer mismo, tras la tormenta desatada el martes con la renuncia de Aracre, el asesor especial del presidente Biden para América Latina, Juan González, salió a destacar la gestión del ministro de Economía y ratificó que los Estados Unidos está dispuesto a “jugar un papel constructivo” para “ayudar a la Argentina”.
“Sergio, en particular, está avanzando con pasos concretos, pero el desafío es enorme”, señaló el funcionario durante un evento internacional, donde reveló que “en las conversaciones que hemos tenido con él (por Massa), la línea final es que tienen que ser el Departamento del Tesoro, el FMI, el Banco Mundial y el BID quienes lleguen a cómo abordar estos desafíos. Estados Unidos siempre juega un papel constructivo en esa conversación, incluida la Casa Blanca”.
El funcionario estadounidense agregó que “con Jake Sullivan, (ex) Asesor de Política Económica, hemos estado en conversaciones activas para tratar de encontrar una manera de brindar más apoyo (a Argentina). Para nosotros surge de la respuesta a la crisis económica de 2002, por la que queremos ayudar a países como Argentina a navegar en una muy, muy compleja economía política, y también de una compleja situación global”, completó. Y por si hiciera falta aclaró que “tengo que darle crédito al gobierno de Alberto Fernández y Massa por navegar por un ambiente muy desafiante, no solo político, sino económico en el año electoral”.
Lo cierto es que, con este respaldo explícito de la administración Biden, el Gobierno negocia con el staff del FMI una reformulación importante del acuerdo de Facilidades Extendidas como respuesta al cuello de botella generado por la grave sequía que azotó a la Argentina. Fuentes oficiales revelaron que esas negociaciones apuntan a lograr que el organismo internacional desembolse unos US$ 10.000 millones en junio próximo y que acepte cambiar nuevamente las metas de recaudación de reservas previstas para el Banco Central, el déficit fiscal y la emisión monetaria para todo 2023.
Se paralizó la liquidación del campo
El Banco Central (BCRA) debió volver a sacrificar ayer sus reservas -tras una racha compradora que duró apenas cinco ruedas-, al no registrarse ingresos por el canal cambiario por el que deben liquidar los beneficiarios del Programa de Incremento Exportador (PIE).
Es decir, aquellos habilitados a recibir 300 pesos por cada dólar que vendan en el mercado –un 37,95% más que los $217,48 que los recibidos en la jornada por el resto de los exportadores- no vendieron ni un kilo de soja, lo que resulta una paradoja.
“Que no haya habido ingresos hoy por la CAM 9 (dólar agro o soja) es lo que más preocupa. Sin dólares en reservas es inevitable que se disparen aún más las expectativas de devaluación”, alertó el economista Amílcar Collante, de CeSur.
Si bien algunas fuentes oficiales adjudicaron el freno a la crisis desatada en el Gobierno con la salida de Antonio Aracre –y un supuesto plan ya desmentido para devaluar un 60% el peso (ver en página 3)-, los operadores aseveran que la escalada del “dólar blue” también influye en la decisión de los productores.