La inflación mostró una nueva aceleración en septiembre y alcanzó el 2,1%, informó este martes el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), marcando un regreso a niveles superiores al 2% que no se veían desde abril pasado.
El incremento fue impulsado principalmente por subas en servicios públicos, alquileres y educación, rubros que afectan con más fuerza a la clase media, ya resentida por las medidas económicas adoptadas por el gobierno de Javier Milei desde diciembre de 2023.
El dato mensual elevó el acumulado de inflación en lo que va del año al 22%, mientras que la variación interanual se ubica en el 31,8%.
En un mes marcado por la incertidumbre política tras la derrota electoral de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires, donde el kirchnerismo se impuso por 13 puntos, la volatilidad cambiaria también encendió alertas. Aunque el dólar oficial alcanzó el techo de la banda cambiaria, el temido traslado a precios fue moderado, posiblemente contenido por la caída del consumo y una desaceleración de la actividad económica.
Según el informe oficial, la división con mayor aumento fue “Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles”, con una suba del 3,1%, producto de nuevos ajustes tarifarios. Por el contrario, “Restaurantes y hoteles” registró el menor aumento, con apenas un 1,1%, reflejando una posible retracción en el gasto de esparcimiento.
Alimentos y bebidas no alcohólicas encabezaron la incidencia en casi todas las regiones, salvo en la Patagonia, donde el rubro Transporte tuvo mayor peso.
En cuanto a la composición del índice, los precios Regulados (2,6%) lideraron el aumento, seguidos por los Estacionales (2,2%) y el IPC Núcleo (1,9%).
Por otro lado, las canastas básica total y alimentaria se incrementaron un 1,4%. Según el INDEC, una familia tipo de cuatro personas necesitó $527.736 en septiembre para cubrir sus necesidades alimentarias mínimas, y $1.176.852 para no caer por debajo de la línea de pobreza.
El dato de septiembre vuelve a poner en agenda la presión inflacionaria y sus efectos regresivos, en especial sobre los sectores medios, que siguen siendo los más castigados por el encarecimiento del costo de vida y la pérdida del poder adquisitivo.