El crecimiento mundial se desacelerará de 6% el año pasado a 3,2% en el presente y a 2,7% en 2023 en lo que constituye “la previsión más débil desde 2001 excepto por la crisis financiera mundial y la aguda fase de la pandemia de Covid-19 y refleja desaceleración significativa para las economías más grandes”. Así lo señala el informe Perspectivas Económicas Mundiales (WEO) del Fondo Monetario Internacional dado a conocer este martes en Washington.
En tanto, el organismo proyectó que el PBI argentino caerá del 4% en 2022 al 2% en 2023.
Al menos «un tercio de la economía mundial se enfrenta a dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo», y se prevé que la inflación mundial aumente del 4,7 % en 2021 al 8,8 % en 2022, pero que baje al 6,5 % en 2023 y al 4,1 % en 2024, entre los puntos destacados de informe que presentaron Gourinchas, Brooks y Daniel Leigh, jefe de División del Departamento de Investigación del organismo.
«El shock energético, especialmente en Europa, no es un shock transitorio», advirtió Gourinchas al presentar el WEO.
«El realineamiento geopolítico de los suministros de energía tras la guerra es amplio y permanente», agregó el economista, que también señaló que pronto se acabará el tiempo para resolver los problemas de deuda de los mercados emergentes a través del marco del G20.
El economista espera, por otro lado, que «los bancos centrales sigan su curso» de endurecimiento de las políticas monetarias para contrarrestar las efectos de la inflación.
El Fondo evaluó que «la desaceleración de 2023 será de base amplia, con países que representan alrededor de un tercio de la economía mundial está a punto de contraerse este año o el próximo y las tres economías más grandes -Estados Unidos, China- y la zona del euro seguirán estancadas».
Al respecto, continuó: «En general, los shocks de este año reabrirán heridas económicas que sólo se curaron parcialmente en la pospandemia. En resumen, lo peor está por venir y, para muchas personas, 2023 se sentirá como una recesión», concluyó Gourinhas.
Según las proyecciones del FMI, Estados Unidos crecerá apenas 1% y Japón 1,6%; mientras que en Europa, Alemania decrecerá 0,3%, Francia se expandirá 0,7% y Gran Bretaña 0,3%, entre las economías más destacadas.
«La economía global está experimentando una serie de desafíos turbulentos. Una inflación más alta que la vista en varias décadas, el endurecimiento de las condiciones financieras en la mayoría de las regiones, la invasión rusa de Ucrania y la persistente pandemia de Covid-19 pesan mucho en las perspectivas», según resume el informe.
En consecuencia, «se prevé que el crecimiento mundial se desacelere del 6 % en 2021 al 3,2 % en 2022 y al 2,7 % en 2023», en sintonía con la actualización de julio último para las proyecciones en 2022, aunque para 2023 se espera una desaceleración mayor (0,2 puntos menos de crecimiento respecto de hace 3 meses).
Para el FMI, «este es el perfil de crecimiento más débil desde 2001, excepto por la crisis financiera mundial y la fase aguda de la pandemia de Covid-19, y refleja una desaceleración significativa para las economías más grandes: una contracción del PIB de EEUU en la primera mitad de 2022, una contracción de la zona del euro en la segunda mitad de 2022 y brotes y bloqueos prolongados de Covid-19 en China con una creciente crisis del sector inmobiliario», expresó sobre la economía global.
Con relación a la Argentina, el FMI mantuvo su pronóstico de crecimiento del 4% este año y del 2% para el que viene, con una inflación del 95% en 2022 y del 60% en 2023.
En tanto, el desempleo será de 6,9% este año y el que viene, por debajo del nivel de Brasil, Colombia, Paraguay y Uruguay.
El Fondo subrayó que el entorno externo «ya es muy difícil para muchas economías de mercados emergentes y en desarrollo. La fuerte apreciación del dólar estadounidense se suma significativamente a las presiones internas sobre los precios y a la crisis del costo de vida para estos países. Las corrientes de capital no se han recuperado y muchas economías de bajos ingresos y en desarrollo siguen en dificultades de endeudamiento».
«La respuesta adecuada en la mayoría de los países emergentes y en desarrollo es calibrar la política monetaria para mantener la estabilidad de precios, mientras se permite que los tipos de cambio se ajusten, y conservar valiosas reservas de divisas para cuando las condiciones financieras realmente puedan empeorar», añadió.