La reciente presentación del proyecto Domo Siglo 21, una nueva arena multipropósito en el campus de la Universidad Siglo 21, pone de manifiesto el debate sobre la infraestructura cultural y de espectáculos de la ciudad de Córdoba. Con una inversión estimada en 12 millones de dólares y una capacidad para 4.500 espectadores, este espacio busca cubrir la falta de un recinto de tamaño intermedio y con tecnología avanzada, una necesidad que se evidenció con el cierre del Orfeo Superdomo.
El nuevo domo, que será el resultado de una alianza entre la universidad y la productora Universo Jiménez, promete un diseño modular, sonido envolvente 360°, pantallas de ultra alta definición y una agenda anual de cerca de 100 eventos, abarcando desde conciertos y congresos hasta competencias deportivas.
La construcción de este nuevo polo cultural invita a revisar el panorama actual de salas y estadios en la capital cordobesa, un ecosistema diverso pero con desafíos en términos de capacidad, equipamiento y adaptabilidad. Las salas teatrales de la ciudad, como el Teatro del Libertador San Martín, el Teatro Real, el Teatro Ciudad de las Artes, el Teatro Comedia y el Studio Theater, se destacan por su valor patrimonial y su rol en la vida cultural, pero presentan limitaciones en cuanto a aforo y versatilidad.
El Teatro del Libertador San Martín, con capacidad para cerca de 1.000 espectadores, es un ícono de la ciudad, ideal para espectáculos de ópera, ballet y conciertos de gran nivel. Su arquitectura imponente y su acústica lo convierten en un referente. El Teatro Real, por su parte, con una sala principal para 700 personas, es un espacio de gran relevancia para el teatro y la danza. El Teatro Ciudad de las Artes, con sus dos salas (una de 520 y otra de 85 butacas), y el recuperado Teatro Comedia, con 500 localidades, cumplen una función clave en la promoción de propuestas locales y la formación de audiencias. Estos espacios son pilares del arte escénico y de cámara, pero no son aptos para producciones de gran escala.
Por otro lado, espacios más pequeños y alternativos, como el Teatro La Cochera y el Studio Theater, ofrecen propuestas de nicho, con un ambiente más íntimo y experimental. Estos lugares son fundamentales para la escena under y para artistas emergentes, aunque su capacidad es reducida.
En el extremo opuesto, los grandes estadios, como el Mario Alberto Kempes y el Monumental de Instituto Atlético Central Córdoba, tienen la capacidad de albergar a decenas de miles de personas. El Estadio Mario Alberto Kempes, con un aforo de 72.000 espectadores, es el principal recinto para conciertos masivos y eventos deportivos de gran magnitud. El Estadio de Instituto, con capacidad para 26.000 personas, también ha sido escenario de diversos espectáculos. Sin embargo, su configuración está pensada principalmente para el deporte, y los shows musicales que se celebran allí requieren una considerable adaptación y una inversión en infraestructura temporal, lo que a menudo afecta la experiencia del público en términos de sonido y visualización.
Otros recintos de gran capacidad, como Quality Espacio y Quality Arena, han intentado llenar la brecha que dejó el Orfeo Superdomo, atrayendo a artistas de relevancia nacional e internacional. No obstante, su infraestructura, si bien funcional, ha generado críticas por la disposición de sus espacios, la visibilidad desde ciertas ubicaciones y la calidad de la experiencia general para el espectador. Estos recintos han cumplido un rol importante, pero el nuevo proyecto del Domo Siglo 21 se presenta con el objetivo de optimizar la experiencia del público con tecnología de vanguardia y un diseño modular.
En este contexto, la propuesta del Domo, con una capacidad intermedia entre las salas teatrales y los grandes estadios, busca llenar un vacío importante. Su diseño como un «arena boutique« le permitiría ser versátil y funcional para una variedad de eventos, desde recitales de artistas internacionales que no llenan un estadio hasta conferencias y ferias de gran envergadura. El proyecto se presenta como una respuesta a la necesidad de revitalizar la escena de espectáculos en la ciudad y de ofrecer un espacio con tecnología de punta, algo que las salas existentes, con su valor histórico, no siempre pueden proveer. La inversión privada en un recinto de estas características subraya una apuesta por posicionar a Córdoba como un polo de eventos a nivel nacional e internacional, compitiendo con grandes centros urbanos que ya cuentan con este tipo de infraestructura.