A los 26 años, Manuela Martínez atraviesa un momento de expansión artística. Con dos discos publicados, varios sencillos y un nuevo EP en camino, la cantante y compositora regresa a Córdoba para presentarse este viernes 17 de octubre en Pez (Volcán Marcelo T de Alvear 835). Lo hará en formato trío, junto a su guitarrista y su tecladista, repasando las canciones de 19, su debut, y de Día de Verano, el álbum que consolidó su identidad sonora entre la calidez pop y una melancolía indie que dialoga con su historia familiar y emocional.
“Esta va a ser mi segunda fecha propia en Córdoba”, contó, y recordó con cariño su primera visita: “La primera vez que fui me recibieron súper bien. Me acuerdo que la gente se sabía mis canciones, y eso para mí es de lo que más me gusta: ver caras que cantan conmigo”. Aquella conexión la marcó, y por eso espera volver a vivir algo similar. En esta ocasión, además, aprovechará para adelantar temas de su próximo EP, que saldrá en noviembre y del cual ya publicó dos adelantos. “Ahora sale el tercero, así que llego con ganas”, señaló.
En sus shows, la selección de temas responde tanto al pulso del público como a su propia comodidad en el escenario. “Toco los temas que a la gente más le gustan, pero también pienso mucho en la dinámica, trato de que no haya tantos temas tranquilos seguidos, de que el show levante”, explicó. Ese equilibrio entre energía y emoción se volvió una marca de su estilo, al igual que su búsqueda constante de un sonido propio.
Sobre Día de Verano, su segundo álbum, dice que es un disco atravesado por el amor y el desamor, pero también por una intención estética más moderna. “Busqué un sonido más indie, más actual que en el primer disco. Para mí es un disco de amor que no duró, una recopilación de canciones sobre eso”, resumió. Allí se percibe un clima de intimidad y luminosidad que convive con cierta nostalgia, y que encuentra su contraparte en el nuevo material que está por editar.
El EP que lanzará en noviembre, cuenta, nace de un momento distinto. “Para mí representa una etapa más oscura de mi vida. Hay varios temas que son más densos, y otros muy distintos entre sí. No hay un concepto claro: es más un experimento”, detalló. En lo musical, ese cambio se traduce en estructuras menos convencionales. “Muchos temas son más deformes, más libres, y eso me gusta. Es una búsqueda nueva”, agregó.
Esa libertad tiene raíces profundas. Manu creció en una familia donde la música era parte del aire cotidiano: su madre, la compositora y cantante Carolina De la Presa, y su padre, Andrés Ciro Martínez, líder de Los Piojos y Ciro y Los Persas, marcaron su entorno desde la infancia. “Crecí yendo a los ensayos de Los Piojos, a los shows. Mi mamá siempre hacía música en casa, arranqué a componer con ella, y mi papá me subía al escenario desde que era muy chiquita”, recordó. Pero su decisión de dedicarse a la música llegó más tarde, cuando descubrió el poder de la composición. “Me di cuenta de que quería hacer música cuando empecé a escribir canciones y sentí la catarsis que eso me generaba. No fue por estar arriba del escenario, sino por lo bien que me hacía componer”, explicó.
Entre las canciones de Día de Verano hay una especialmente significativa: Manantial, escrita por su madre. “Es una de las canciones que más escuché en mi vida. Era como el hit de mi mamá, y siempre me encantó. Tenía ganas de hacerla, y cuando se lo comenté se puso feliz”, contó. En la grabación, De la Presa también participó haciendo coros, aunque en el nuevo EP su presencia será más visible. “Ahora hay un tema que es un ska, también de mi mamá, en el que canta más. Me encanta que ella sea parte de mi música y yo de la suya”, dijo.
Sobre la influencia de sus padres, Manu no esquiva la herencia, pero busca su propio camino. “A veces me doy cuenta de que hay cosas que suenan muy a mi viejo, y trato de alejarme un poco. Pero la verdad es que no pienso tanto en eso cuando escribo”, confesó. “Le suelo mostrar mis canciones a mi papá y le pido críticas. Cuando me tira cosas para sumar, seguramente algo de él queda, pero también está lo mío, lo de mi mamá y lo que consumo”.
De su padre, dice haber aprendido sobre el oficio, la conexión con el público y la entrega en el escenario. “De chica lo veía y me divertía, pero cuando empecé a tocar yo, tomé dimensión de todo lo que hace: cómo se mueve, cómo hace bailar a la gente, cómo comunica. Gracias a él me animé a dejar la guitarra en algunos temas y conectar más con el público”, señaló. Esa cercanía se potenció cuando Ciro aceptó actuar en uno de sus videoclips, Luna Llena. “Le mandé el tema para que lo escuchara, y fue el que más le gustó del EP. Me dijo que si hacía un videoclip, quería actuar. No lo tenía pensado, pero me copó la idea y lo hicimos”, relató.

El vínculo familiar también se reavivó cuando Los Piojos regresaron a los escenarios y ella subió varias veces para cantar Verano del ’92. “Fue muy lindo, muy nostálgico. Estábamos todos juntos, mi familia, los hijos de los músicos, y se armó algo muy especial. Fue literalmente como un ritual”, contó.
Aunque su camino está claramente trazado por su propia sensibilidad, Manu es consciente de que forma parte de una generación que transita la música desde otros códigos. Las plataformas, las redes y la exposición digital son herramientas que usa, pero no la entusiasman. “No me copa mucho tener que subir cosas a TikTok o armar coreos para que se pegue una canción. Antes lo importante era la música, la letra, y ahora parece que hay que buscar un cachito pegadizo para un video”, reflexionó. Sin embargo, reconoce que la realidad impone ese vínculo. “Te das cuenta de que cuando lo hacés llegás a mucha más gente, y así funciona todo hoy”, admitió.
En esa misma línea, observa con atención el crecimiento de las mujeres en la escena actual. “Hoy hay muchas más que antes. De chica sentía que las mujeres estaban más de coristas o al fondo del escenario, y eso cambió”, señaló. Entre las artistas que admira, mencionó a Marilina Bertoldi, Feli Colina, Anyi —con quien grabó el tema Y vos decís que me gustas—, Isla Mujeres y Zoe Gotusso. “Me parece que hay muchas buenísimas, aunque todavía pasa que en los festivales nos ponen a las dos de la tarde en escenarios chicos. Pero creo que va mejorando”, afirmó.
Cuando piensa en su futuro, Manu tiene claro lo que no quiere perder. “Lo genuino. La esencia de la canción. No buscar el hit, ni hacer algo para que se pegue en TikTok. Quiero seguir haciendo la música que me gusta, que me llena, que me hace sentir orgullosa”, sostuvo. Esa autenticidad es el hilo conductor entre sus etapas y el rasgo que la vuelve reconocible más allá de los géneros.
A la hora de escribir, sigue encontrando en la música su espacio de refugio y expresión. “El amor y el desamor siempre están, pero también me inspiran los momentos más existenciales, las cosas feas o fuertes que uno no sabe bien cómo manejar”, contó. En esos casos, dice, escribir funciona como una forma de descarga. “Uso la música como un diario íntimo. A veces me cuesta decir lo que siento, me pesa en el cuerpo, y componer me alivia”.
A pocas semanas del lanzamiento del nuevo EP, aún sin fecha confirmada, Manu transita la expectativa con calma. Sabe que cada canción nueva abre una puerta distinta, y que el escenario es el lugar donde todo cobra sentido. “Córdoba fue una sorpresa la primera vez, por eso tengo tantas ganas de volver. Me gusta esa conexión con la gente”, repitió, con la certeza de quien empieza a construir un camino propio, firme y luminoso.