La Worldwide Independent Network of MR (WIN), principal asociación global de firmas independientes de investigación de mercado y encuestas de opinión publicó nuevos hallazgos de su Encuesta Worldviews, junto con Voices! en Argentina. La encuesta de este año recoge las perspectivas y creencias de 35.515 personas en 40 países.
En el marco del Día Mundial de la Nutrición, los resultados arrojan luz sobre cambios en los hábitos alimentarios a nivel global, impulsados en parte por presiones económicas. A lo largo de seis años, WIN ha monitoreado tendencias y ofrece valiosos insights sobre el progreso global.
Resumen de hallazgos
El consumo de suplementos vitamínicos crece a nivel mundial, pero persisten grandes brechas regionales
Desde 2018, aumentó significativamente la proporción de personas que toman vitaminas de forma regular, pasando del 25% al 34%. Este comportamiento es más frecuente entre las mujeres (38%), los adultos mayores (solo el 27% de los jóvenes de 18 a 24 años frente al 39% de los mayores de 65) y quienes tienen niveles educativos más altos (46% entre quienes tienen posgrados frente al 27% entre quienes no tienen estudios formales).
Sin embargo, esta tendencia positiva a nivel global oculta marcadas diferencias regionales y nacionales. Estados Unidos encabeza la lista con un 57% de consumo regular de suplementos vitamínicos, seguido de cerca por Finlandia (56%) y Canadá (52%). En el otro extremo, Costa de Marfil muestra el porcentaje más bajo (11%), seguido por Argentina (16%), Perú y Chile (ambos con 17%) y Tailandia (19%). Estas variaciones reflejan el fuerte impacto del contexto regional y cultural en los comportamientos de salud.
Suplementos vitamínicos
Con relación a la Argentina, un 16% declara tomar vitaminas de forma regular (muy por debajo de la media global), mientras que un 20% menciona tomarlas ocasionalmente y un 62% indica hacerlo rara vez o nunca. En cuanto a los segmentos sociodemográficos es interesante mencionar que el consumo frecuente de vitaminas crece entre mujeres (21% vs. 11% en hombres), personas de 50 a 64 años (24%), y quienes tienen educación superior (24% vs. 18% secundaria y 9% primaria). También se incrementa en los sectores socioeconómicos altos: 30% en ABC1 frente a 19% en C2C3 y 8% en DE. A nivel geográfico, CABA muestra el mayor consumo con un 26% (vs. 14% en GBA y 16% en el interior del país).
Cambian los hábitos alimentarios, pero las tendencias difieren significativamente entre países
Durante el último año, grandes segmentos de la población mundial han realizado cambios en su dieta. Casi la mitad (45%) dice haber reducido su consumo de comida rápida, un 40% ha disminuido las golosinas, y un 37% ha reducido su ingesta de comida envasada o instantánea. Al mismo tiempo, 4 de cada 10 personas afirman haber incrementado el consumo de frutas y verduras, y un 29% ha reducido la sal.
Sin embargo, en otras categorías como lácteos, carnes y productos bajos en azúcar o grasa, 6 de cada 10 personas no han realizado cambios. Solo entre el 17% y el 22% declara haber aumentado o reducido su consumo en estas áreas, lo que sugiere hábitos más estables en estas categorías.
Aunque la tendencia global es positiva, las variaciones regionales son notables. Por ejemplo, Europa muestra una reducción del 23% en el consumo de carne, mientras que en África este aumenta un 28%. En Pakistán (41%) y Perú (38%) se registra una reducción del consumo de productos bajos en grasa o azúcar, mientras que en China (38%) y Hong Kong (36%) estos productos aumentan. Estos contrastes muestran cómo las tendencias dietéticas pueden moverse en direcciones opuestas según la región.
En Argentina se registran bajas considerables en el consumo de golosinas (60% señala que las redujo en el último año) y comida rápida (54% disminuyó el consumo) que además son bajas más significativas que las que se encuentran a nivel global. Por otro lado, cerca de un tercio disminuyó el consumo de sal (34%), carne (31%), leches y lácteos y productos bajos en grasas y azúcar (27% cada uno).
Las mujeres argentinas son más propensas a realizar cambios saludables en su alimentación que los hombres, al igual que las personas de mayor edad. En cuanto a los segmentos socioeconómicos, resulta interesante ver un comportamiento similar en los distintos estratos en cuanto a hábitos de consumo de golosinas, comida rápida y productos envasados. Sin embargo, en la clase baja se intensifica la disminución en el consumo de alimentos frescos (carne, lácteos, frutas y verduras) mostrando el impacto de los costos en la alimentación.
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Japón: un caso de cultura, confianza y satisfacción en un mundo de hábitos cambiantes
Japón se destaca entre todos los países encuestados por la notable estabilidad de su dieta: la mayoría de los encuestados no reporta cambios significativos en sus hábitos alimentarios durante el último año. Esta consistencia se atribuye a una cultura alimentaria que promueve comidas balanceadas y nutritivas, reduciendo la necesidad de ajustes impulsados por modas o tendencias.
Además, los alimentos envasados o instantáneos en Japón están asociados a estándares muy altos de frescura, calidad y presentación, a diferencia de otros países donde suelen considerarse poco saludables. Solo un 10% de los japoneses reporta haber reducido su consumo de alimentos envasados, frente a más del 50% en países como Perú (56%), Turquía (55%) y Marruecos (54%).
Las preferencias culturales por la rutina, la fuerte confianza en la regulación sanitaria y una población envejecida que mantiene sus costumbres contribuyen a esta estabilidad. Japón muestra el menor nivel de cambios en todas las categorías, incluidos golosinas, comida rápida, alimentos orgánicos y alimentos envasados/instantáneos.
Las presiones económicas modelan los hábitos alimentarios
Una tendencia clara surge de la encuesta global Worldviews: las restricciones financieras están estrechamente vinculadas a los cambios en la dieta. Las personas que reportan haber reducido sus gastos en los últimos meses presentan mayores tasas de disminución en casi todas las categorías alimentarias. Por ejemplo, el 51% de quienes ya redujeron algunos gastos en los últimos meses también han reducido su consumo de comida rápida, frente al 39% entre quienes no planean modificar su presupuesto. Del mismo modo, un 44% de este grupo ha disminuido su consumo de golosinas, y un 42% ha reducido la comida envasada o instantánea.
En contraste, las frutas y verduras siguen siendo consideradas esenciales: solo el 9% de quienes están ajustando su presupuesto ha disminuido su consumo. Sin embargo, un 26% del mismo grupo declara estar comiendo menos carne, lo que indica que incluso fuentes clave de proteína pueden verse afectadas.
Estos hallazgos muestran cómo el aumento del costo de vida lleva a las personas a reconsiderar su alimentación, reduciendo ítems no esenciales como la comida rápida y la comida envasada o instantánea, mientras intentan mantener una nutrición básica. A medida que la inflación y la incertidumbre económica impactan a muchas regiones, emergen patrones de consumo más conscientes y enfocados en el costo.
Constanza Cilley, Directora Ejecutiva de Voices! y responsable del estudio en Argentina, afirmó: “Los datos de Argentina revelan una tensión cada vez más marcada entre el deseo de llevar una alimentación más saludable y los condicionamientos económicos que lo dificultan. Si bien se observan avances en términos de conciencia alimentaria, especialmente entre mujeres y personas de mayor edad, la caída en el consumo de alimentos frescos entre los sectores más vulnerables expone un problema estructural que requiere respuestas urgentes desde las políticas públicas y el acceso a alimentos nutritivos.”