En los últimos años, la preocupación por el cambio climático, la suba de tarifas energéticas y la necesidad de diversificar los sistemas de calefacción del hogar pusieron en la consideración de los hogares cordobeses alternativas a las estufas y calefactores tradicionales. Una de esas es la estufa a pellets, un sistema que puede combinar eficiencia energética, automatización y sustentabilidad ambiental.
Si bien no son novedad en la plaza local, su uso manifiesta un crecimiento sostenido, sobre todo en zonas con acceso limitado al gas natural o en viviendas comprometidas con la eficiencia térmica.
¿Qué son y cómo funcionan?
A diferencia de las tradicionales a leña, las estufas a pellets utilizan como combustible pequeños cilindros prensados de biomasa —residuos de madera y podas, virutas, aserrín— sin aditivos químicos. Estos pellets tienen una alta densidad energética y una humedad muy baja, lo que favorece una combustión más completa, menos contaminante y más eficiente.
“Hay modelos analógicos que no necesitan electricidad, y son los más vendidos. Los pellets de madera ingresan desde la tolva, al quemador por gravedad sin necesidad de depender de la red eléctrica y se va dosificando a medida que quema”, explican desde la firma Czer Clima.
Hay otros que son importados y digitales, con pantallas led táctil, control remoto, vitrocerámico auto limpiante y tolvas de amplio almacenamiento. “Admiten programación para encendido automático, regular potencia de la llama y la temperatura deseada, es posible modular la caída del pellet; es decir, cuando la estufa alcanza la temperatura seleccionada, se mantiene y cae más lentamente”, explican los mismos especialistas.

Una alternativa sustentable
“Una de las grandes ventajas del pellet es que proviene de residuos, no de madera talada específicamente. Por eso se lo considera un combustible renovable. Además, las emisiones de CO₂ que libera durante la combustión son equivalentes a las que absorbería un árbol durante su crecimiento. Se habla de balance neutro de carbono”, explica el ingeniero forestal Darío Baigorria, docente en la Universidad Nacional de Córdoba y consultor en bioenergía.
En Europa, donde el mercado de la biomasa para calefacción está mucho más desarrollado, el pellet forma parte de las políticas de descarbonización de la matriz energética. En países como Italia, Austria o Suecia, existen incentivos fiscales, líneas de crédito y subsidios para su adquisición.
En Argentina, es un sector que está en pleno desarrollo. Según un relevamiento de la Secretaría de Energía de la Nación (2024), existen unas 25 plantas productoras de pellets, concentradas principalmente en Misiones, Buenos Aires, Córdoba y Río Negro. En conjunto, podrían abastecer a unos 100 mil hogares por temporada, aunque la mayoría también exporta.
Experiencias cercanas
Mariana Peretti, vecina de Río Ceballos (Sierras Chicas, Córdoba), cuenta su experiencia tras instalar una estufa a pellets hace dos inviernos: “En nuestra zona, donde el gas natural no llega, siempre usábamos garrafas o leña. Pero la leña es muy trabajosa y ensucia mucho. Con la
estufa a pellets tuvimos otra experiencia: no hay humo, no se llena de hollín, y podés regular la temperatura como si fuera un aire acondicionado. El costo inicial fue alto, pero gastamos mucho menos en invierno que con garrafa, incluso con leña. Se amortiza rápido”.
Juan Gunter, distribuidor en el Gran Córdoba, remarca que las estufas a pellets son una tendencia creciente: “Empezamos trayendo una estufa de muestra para el salón de ventas, y hoy ya llevamos comercializados varios equipos. Muchos valoran el confort, el bajo mantenimiento y que se puede calefaccionar a una temperatura realmente confortable. La mayoría de los clientes son interesados que viven en barrios cerrados o casas con ambientes grandes, propias de nueva arquitectura, con espacios integrados y grandes ventanales”.

Costos
En cuanto a costos, el precio de una estufa a pellets varía según su potencia y origen. Los modelos nacionales arrancan en torno a los 700 mil pesos (para espacios chicos, como el modelo Serrana de la fábrica cordobesa Ecotronk de 10 mil kcal), otra, de la misma potencia pero con mientras que los importados, con más automatización y diseño, pueden superar los 2 millones de pesos.
A esto hay que sumar la instalación (que suele requerir una salida de humos) y el costo de los pellets. El precio actual por bolsa de 15 kg —según datos de productores y distribuidores en línea— oscila entre 7 mil y 8 mil pesos. Una vivienda promedio de 80 m² bien aislada, podría requerir entre 1 y 2 toneladas por temporada.
Desafíos del sector
Pese a su eficiencia, las estufas a pellets todavía enfrentan desafíos:
• Producción limitada y distribución desigual. En provincias como Córdoba o Mendoza, la distribución de pellets aún no es masiva y su precio puede ser más alto por el costo de traslado.
• Mayor asesoramiento técnico. Muchos potenciales usuarios desconocen sus características y ventajas en cuanto a rendimiento y beneficio ambiental.
• Falta de incentivos estatales. A diferencia de otros países, en Argentina aún no existen planes específicos para promover el uso de biomasa en calefacción doméstica, aunque en algunas provincias hay experiencias piloto (por ejemplo, en Río Negro y Chubut).
Apuesta
“La calefacción con biomasa puede ser parte de la transición energética si se integra dentro de un modelo sostenible de manejo forestal y uso local de los recursos. Las estufas a pellets tienen todo para crecer, pero necesitamos un marco normativo, incentivos y mayor difusión. No es una moda, es una solución viable para muchas zonas del país”, aseguran desde el Instituto Nacional de Tecnología Industrial.
Las estufas a pellets ofrecen una alternativa de calefacción limpia, cómoda y eficiente. Aunque requieren una inversión inicial importante, su rendimiento, bajo impacto ambiental y autonomía frente al gas natural y otras fuentes que las convierten en una opción cada vez más valorada, especialmente en zonas del Gran Córdoba.
Su crecimiento dependerá, en gran medida, del fortalecimiento de la cadena de suministro, incentivos a la industria y la conciencia social sobre los beneficios de una calefacción sostenible.
