La trufa negra, o diamante negro” de la gastronomía, es un hongo comestible que crece en nuestra tierra, y su particularidad es que su cosecha es de manera subterránea. Año a año crece el interés internacional por este alimento, y por ello, la Argentina, por medio de la pyme Trufas del Nuevo Mundo, comenzó a comercializa el producto al Reino Unido, Estados Unidos, España y Francia.
Entonces, estamos hablando de un producto muy valorado en las comidas más refinadas del mundo, y de esta forma conforman platos gourmet de los restaurantes más codiciados de Europa. Su sabor es esencialmente picante y amargo. Es un alimento que no se cocina y se agrega directamente a las comidas.
Pero, es un hongo poco conocido por nosotros, y a su vez, su producción también es difícil. Su crecimiento está asociado a las raíces de árboles como robles y encinas. En relación a nutrientes, el diamante negro aporta en vitaminas, hierro y minerales como potasio, fósforo, calcio y azufre.
Su cosecha comienza en junio y finaliza en septiembre, y la vida útil del nutriente ronda en los 10 días, por lo que el almacenamiento es vital para la conservación.
Pero si en algún momento tenemos la oportunidad de encontrarnos con uno, está bueno darnos una idea sobre qué se puede preparar con él.
En desayunos, por lo general, se lo acompaña con huevos fritos y alguna planta verde como cebolla de verdeo. El color del hongo nos da un contraste en los platos, que los grandes chefs juegan con ello para terminar platos agradables a la vista.
En platos principales, el diamante negro protagoniza uno de los acompañamientos perfecto para las pastas. Por su sabor amargo, es ideal para salsa blancas y relucir sus propiedades.