Desde Mendoza llega una propuesta innovadora que busca posicionar al vinagre como un producto de calidad dentro del mundo gourmet. Se trata del nuevo balsámico de Zuelo elaborado a partir de vino torrontés y membrillo, que se suma a una línea de vinagres artesanales desarrollados con fuerte impronta territorial y un enfoque en la excelencia.
Este nuevo producto parte del vino blanco de la uva torrontés, reconocida por sus notas florales y frescura, y se enriquece con la maceración de la piel del membrillo cosechado en abril, lo que le aporta un carácter único: acidez vibrante, frescura y un final dulce y frutado.
El proyecto de Zuelo comenzó en 2016 con un vinagre de vino torrontés, y fue creciendo con la idea de explorar el enorme potencial del vinagre como producto gastronómico. “Todavía es poco valorado, pero tiene un mundo por descubrir”, explica uno de sus impulsores, quien encontró en el membrillo —abundante en las fincas mendocinas— un aroma espectacular y distintivo para ampliar la propuesta.
El proceso de producción busca preservar los aromas del membrillo durante todo el año mediante una técnica de maceración cuidadosa que encapsula sus notas más sutiles. El resultado es un balsámico pensado tanto para cocinas profesionales como para el disfrute en casa.
Este vinagre balsámico es ideal para realzar platos como ensaladas, quesos intensos, pescados frescos (como ceviches y tiraditos), y postres con frutas rojas. Ya se encuentra disponible en vinotecas y tiendas especializadas de todo el país, con un precio sugerido de $ 8000. Una creación que pone en valor ingredientes locales y resignifica el vinagre como pieza clave de la cocina contemporánea.
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