La línea del horizonte en el futuro va cambiando su dirección según la existencia que la impulse, por las situaciones que van alterando su curso. En agricultura, una reliquia es una planta caída en desuso pese a haber sido explotada en algún momento de la historia.
En este marco el trigo, pese a ser uno de los cultivos más empleados en el mundo antiguo, hoy está considerado un cereal que está pasando de moda. Los estudios genéticos señalan que fue uno de los primeros cereales domesticados en el mundo.
Nos remontamos hacia unos 10.000 años atrás, en lo que se conoce como el Creciente Fértil, concretamente en las laderas del monte Karaca, cerca de Çayönü, en el sur de Turquía, donde todavía crece como planta silvestre.
En estado natural, la estrategia de dispersión de las semillas se produce por diseminación: cuando maduran, caen y se esparcen por el suelo. Muchos miles de años antes de los inicios de la agricultura el ser humano ya recogía y consumía el fruto de esta gramínea.
Tuvo que llegar el punto en el que se produjese una mutación que derivó en el surgimiento de una variedad de granos algo mayores que por añadidura permanecían intactos, sin desprenderse de la cabeza de la espiga.
La recolección de estos para su consumo y la diseminación de las semillas sobrantes creó, consciente o inconscientemente, la variedad doméstica, en un proceso que se estima que pudo haber durado entre 20 y 200 años.
Lo que es indudable es que el trigo domesticado requiere de la cooperación humana para prosperar. Con el florecimiento de la agricultura y la ganadería se dio inicio a un cambio radical de vida, como consecuencia del paso de una alimentación sustentada en la caza y la recolección a otro modelo más sedentario que pondría fin a la prehistoria e inauguraría el ciclo de las civilizaciones.
Aun así, con los avances también vinieron acompañados por el empobrecimiento de la dieta, que, en algunos casos, derivó en una reducción de la estatura media y una disminución de la esperanza de vida, iniciando, al menos para una parte de la población, la senda de una mala y deficiente alimentación que continúa en la actualidad.
Como afirmó el célebre psiquiatra y antropólogo suizo Carl Gustav Jung, “el pan y el vino son productos culturales importantes, realmente expresan la vitalidad del ser humano. Representan un conocimiento cultural, que es el fruto de la atención, la paciencia, la industria, la devoción y la laboriosa instrumentación”.
De esta manera, podemos decir que en unos pocos miles de años no solo se produjo una hibridación por selección en plantas y animales, sino en particular en algunos comportamientos y estrategias humanas, testimonio de una mutación de orden social e ideológico encaminado, a modificar la relación del ser humano con el mundo natural.
Fue cuestión de tiempo que se mejorasen los cultivos, se dieran excedentes que permitieron la división social del trabajo, la especialización del mismo, el inicio del comercio, la propiedad privada, la riqueza, las diferencias sociales, las guerras, conquistas e imperios, junto a dictaduras, luchas sociales, represión, encarcelamientos y todo tipo de historias.