Richard Coleman es, desde hace décadas, una de las figuras clave del rock argentino. Referente ineludible del post punk local, fundador de Fricción y Los 7 Delfines, guitarrista de Soda Stereo y compañero de ruta de Gustavo Cerati, su carrera solista ha mantenido siempre una inquietud incesante. Y su nuevo disco, “El (in) correcto uso de la metáfora”, lanzado en mayo pasado, es –según él mismo– “una síntesis estética muy fuerte, muy eficiente, muy linda”, el punto de fusión entre pasado, presente y porvenir.
“Estoy muy contento, muy orgulloso del disco. Siento que es el resultado de 40 años haciendo música, reformulando influencias, amalgamando estéticas. Todo lo que fui recorriendo en el camino del rock está presente acá”, afirma con convicción.
Lejos de la idea de una “inspiración espontánea”, Coleman concibe el proceso creativo como un acto de preparación, de disciplina. “Yo no creo en la inspiración como algo mágico. Para mí, es clave estar preparado. Hay una frase –creo que de Picasso– que dice: ‘Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando’. Yo estaba esperando ese momento desde 2020, pero la pandemia lo bloqueó todo. La energía era negativa, no me salía nada”, recuerda.
La idea de hacer un disco fue madurando hasta que, en el verano de 2024, se dio el impulso definitivo. “En enero o febrero me di cuenta de que el año pintaba oscuro. Así que decidí parar la rutina, dejar de tocar unos meses y meterme a componer. Me puse como meta tener el disco escrito en dos meses. Fue una autoinfligida presión… pero funcionó. En abril ya lo tenía listo, y un año después salió”, relata.
Desde lo conceptual, el disco orbita en torno a un eje deliberado: la oscuridad. Pero no entendida como un tono único o solemne, sino como un universo de matices. “Quería hacer un álbum oscuro, con todo lo que eso implica: romanticismo, humor, cliché, opresión… todas esas capas. Y que cada canción explore esas ideas desde diferentes estéticas. Me interesaba que convivieran lo sombrío y lo lúdico”.
Esa riqueza también se traduce en el sonido. “Me propuse recuperar modismos de distintas épocas, especialmente del new wave. The Cars, Talking Heads, Television. Pero sin caer en la nostalgia. Este disco no busca imitar, busca dialogar. Tiene que sonar contemporáneo, emocional. Está hecho para que quien lo escuche sienta que hay algo que lo identifica”.
Una de las grandes noticias que trajo el álbum fue la participación de Phil Manzanera, histórico guitarrista de Roxy Music y colaborador de Brian Eno, en tres canciones: ‘Salimos Caminando’, ‘Eternidad’ y ‘Como Antes’. “Fue un honor. Que mi música sonara en su estudio de Londres es algo que no voy a olvidar. Le mandé tres temas para que eligiera uno, y me devolvió los tres grabados. Menos mal que no le mandé todo el disco, porque capaz no hacía nada”, dice Coleman entre risas.
La relación con Manzanera comenzó en 2017, cuando ambos compartieron escenario en el Centro Cultural Kirchner. “Yo quería ver el show, pero terminé cantando. Fue una experiencia increíble. Después viajé a Londres y lo visité en su estudio. Compartimos música, hablamos de influencias, de nuestras formas de trabajar. Fue un vínculo que creció con los años, y que ahora desemboca en esta colaboración que le dio una impronta única al disco”.
A la hora de pensar en el corazón del álbum, Coleman evita elegir una sola canción. “Sería injusto. Pero sí hay temas que representan las dos vertientes estéticas fuertes del disco. Como Antes tiene más de post punk directo, y Eternidad se acerca al new wave, a esa forma más clásica de canción. Aunque el sonido es homogéneo, esos dos temas marcan bien los polos del álbum”.
Respecto a su presentación en Córdoba, prevista para el sábado 26 en Pétalos de Sol (Marcelo T. de Alvear 396), Coleman se muestra entusiasmado. “Adoro tocar en Córdoba. Me siento muy querido, hay un público que me sigue cada vez que voy. Esta vez llevamos una previa del show del disco, con seis temas nuevos y un repertorio renovado. Además, va a estar Fernando Nalé en bajo, Gonzalo Córdoba en guitarra… Somos la mitad de la banda de Fuerza Natural (2009). Algo va a pasar, la dejo picando”.

El concierto será también parte de una etapa de transición para la banda. “Estamos empezando a tocar con este nuevo material, y eso siempre es emocionante. Me entusiasma más lo nuevo que lo viejo. No me cuesta dejar canciones afuera. De hecho, me alivia. Me da energía tocar cosas que aún están frescas para mí”.
Hoy, con perspectiva, Coleman disfruta del escenario como nunca antes. “Cuando era más joven no lo vivía igual. Hoy, el vivo es vital. Es una sensación energética que no cambio por nada. Todos –músicos y público– compartimos un momento único. En un contexto de dispersión e inmediatez como el actual, eso es valiosísimo”.

La experimentación también ocupa un lugar central en su propuesta. “Siempre estoy buscando nuevos audios, nuevas estructuras. A veces te gusta algo que ni entendés por qué, y ahí empieza el trabajo: tratar de encontrar qué resortes se activan. Nadie te lo enseña, es prueba y error. Eso también es experimentar”.
Si bien su búsqueda es personal, Coleman no desconoce las nuevas escenas. “Yo nunca estuve en ‘la movida’, entre comillas. Pero escucho muchísima música nueva, sobre todo inglesa. Bandas como Idles, Fontaines D.C., The Horrors. Me encanta cuando hay un uso contemporáneo de influencias antiguas. El diálogo con lo actual está, aunque no necesariamente con lo que pasa acá”.
También se deja sorprender por lo que escucha junto a su hija adolescente. “Ella tiene otro lenguaje, otro código. Y me encanta. Fui a ver a Trueno, a Dillom, a Paco Amoroso. Ca7riel y Paco me parecen increíbles. Bajo toda esa apariencia de frivolidad hay una música con un nivel muy superior. No se jactan de su academicismo musical, y eso me fascina”.
Sobre la relación del rock con las nuevas generaciones, reflexiona: “No hay que forzar nada. No voy a sumarme a una banda indie de La Plata para llegar a otro público. No se trata de eso. El lugar genuino es cuando la nueva generación siente curiosidad por las influencias. Lo demás es pose”.
Hoy, con un disco que lo representa plenamente y un nuevo tramo de gira por delante, Richard Coleman confirma que su obra no se detiene. “Este disco es importante. Está teniendo una recepción muy interesante y quiero enfocarme en eso. A veces pica el bicho de hacer otra cosa, pero me tengo que concentrar. Es el momento de este álbum y quiero acompañarlo con todo”.