Quince animales silvestres fueron liberados este viernes en una zona rural del departamento Santa María, en las inmediaciones del río Segundo. La acción fue coordinada por la Policía Ambiental y el Parque de la Biodiversidad, dependientes del Ministerio de Ambiente y Economía Circular, y representa un nuevo paso en la recuperación de especies víctimas del cautiverio o el tráfico ilegal.
Los ejemplares habían sido rescatados durante diversos operativos de control. Luego, fueron tratados y rehabilitados en el centro especializado del Parque de la Biodiversidad hasta obtener el alta veterinaria. Entre los animales liberados se encuentran un zorro gris, una comadreja overa, dos lechuzas vizcacheras, cuatro lechuzas de campanario, un carancho, un alicucú, un chimango y cinco brasitas de fuego.
La selección del lugar respondió a criterios técnicos, que contemplaron la distribución natural de las especies y las condiciones del entorno. En la actividad participaron la ministra de Ambiente y Economía Circular, Victoria Flores, y el secretario de Policía Ambiental, Adrián Rinaudo, junto con personal técnico de las áreas involucradas.
“Cada liberación es un reflejo del trabajo en equipo y del compromiso con el ambiente y nuestras especies nativas”, expresó la ministra Flores, destacando el rol de las instituciones involucradas. Por su parte, Rinaudo remarcó la complejidad del proceso: “No todos los casos son iguales; algunos animales necesitan meses de rehabilitación. Poder devolverlos a su hábitat es la mejor recompensa”.
Historias de recuperación
El proceso de rehabilitación varió según cada especie. Las aves pequeñas, como las brasitas de fuego, generalmente llegan desnutridas o con el plumaje opaco debido a dietas inadecuadas durante su cautiverio. Su recuperación suele requerir una cuarentena breve enfocada en estabilización y nutrición.
En otros casos, como el del zorro gris, la situación fue más crítica. El animal fue ingresado al centro con un traumatismo severo en el cráneo, posiblemente por un golpe intencional. “Tenía una herida abierta que comprometía piel y hueso. Afortunadamente, respondió bien al tratamiento y hoy está completamente sano”, relató la bióloga Melody Bayro.
Algo similar ocurrió con las lechuzas de campanario, que fueron rescatadas siendo apenas unas crías de pocas semanas. Tuvieron que ser alimentadas, estimuladas a ejercitar sus alas y entrenadas para cazar hasta alcanzar el desarrollo adulto necesario para volver a la naturaleza.
La liberación de fauna silvestre no solo representa una segunda oportunidad para estos animales, sino que también refleja un compromiso activo con la conservación y el bienestar de los ecosistemas.