Volver al lugar preferido de la infancia, mío y de mis propias hijas y sobrinos en un soleado día sábado de otoño, ese fue el plan… Sabía ya que, desde su vista a la Avenida Sabattini, el clásico predio de la Granja Zoo, ha sido reemplazado por una enorme y nueva estructura de material aún sin terminar.
Nostalgia de ese sitio familiar donde a veces los niños paseaban en sulky; los grandes tomábamos mates con pan casero y todos visitábamos los corrales de cabras; ovejas; burros; conejos; aves de corral, impregnándonos de ese olor a campo tan saludable y necesario en medio de una gran ciudad.
El ingreso por calle Rondeau que era una de las alternativas para los visitantes, hoy está cerrado al público. Nos indican entrar dando la vuelta, frente al Súper Park, cuyo ingreso tradicional también ha sido removido unos metros.
Las primeras impresiones del recorrido son la de un gran número de empleados veinteañeros del “Bio-Córdoba” junto a unas jaulas con pájaros de cotillón y el trencito histórico fuera de funcionamiento.
En un horario pico, hablo del mediodía de un sábado, me sorprendió ver más “guías” o “cuidadores” que visitantes, casi ningún niño. Más carteles de “No pasar” y “Estamos en obras” que una propuesta verdaderamente atractiva y educativa como SÍ LA TENÍA EL ANTERIOR PROYECTO, aún con sus defectos y problemáticas.
Una tristeza enorme se apoderó de mí pensando en el destino de aquellos osos; cebras; hipopótamos; búfalos; monos, tucanes; felinos… ¿Acaso fueron reinsertados a otro hábitat; cómo podrían readaptarse?
¿Qué pasó con la fauna nativa que ocupaba los enormes habitáculos del zoo y que nos permitía reconocer y valorar nuestra fauna autóctona? ¿Dónde están ahora los Oso hormiguero; maras; ñandúes; llamas; pecaríes; los reptiles del serpentario donde aprendimos desde niños cuándo una víbora era venenosa o no por la forma de su
cabeza…? Dicen que están en guarda… ¿a la vista de quién? ¿Acaso no puede aprovecharse como recurso educativo el observar cómo cuidan a los animales?
Bajo el pretexto de la “No exhibición” nuestro zoológico se convirtió en un cementerio. Su anfiteatro es otro desolado lugar más. Como muestra distintiva de este parque, bastaría el “Hotel de insectos”, nombre que efectivamente le han puesto a un cúmulo de materiales distintos adentro de una burda reja donde puede alguien imaginarse que hay pequeños bichos ahí. Muy surrealista por cierto.
“Parque de la Bio-diversidad” le han puesto desde el 2020 y hoy sólo hay un despliegue diverso de empleados y de fríos carteles; un paseo con muy poca vida para quienes lo vimos en todo su esplendor, cuando sí era educativo, interesante y recreativo a la vez.
Fernando Gabriel Zabalza
DNI 20.268.916
¿Querés compartir alguna reflexión, reclamo o experiencia? Envianos tu carta a redaccion@hoydiacordoba.info con tu nombre completo y DNI. Publicamos las voces de nuestra comunidad en la sección Hoy Comunidad.