Los años de exposición a la radiación ionizante de Chernobyl hizo que los perros que sobrevivieron en esa región sean genéticamente distintos a otros. Científicos de Estados Unidos analizaron la sangre de los 302 perros abandonados por residentes que debieron evacuar la ciudad y que aún viven en la región.
El estudio buscó conocer los efectos de la devastadora explosión de 1986. Los investigadores de la Universidad de Carolina del Sur y el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano descubrieron que los perros podían dividirse en tres grupos genéticamente similares.
Entre 2017 y 2019, los científicos volvieron a visitar la ciudad y se encontraron con perros que, de alguna manera, pudieron encontrar comida, reproducirse y sobrevivir.
La mayoría vivía dentro de la planta misma, en la estación de tren cercana o en la ciudad de Chernobyl, en gran parte abandonada, a unos 15 kilómetros de distancia. Un puñado vivía en Slavutych y estaban menos expuestos a la radiación.
El informe, según el Dailymail, detalló que cada uno de estos grupos vive en la ex planta de energía nuclear, en la ciudad de Chernobyl o en Slavutych, una ciudad a unos 45 km de distancia y que fue construida especialmente para los evacuados.
A través de estos grupos pudieron determinar que existen diferencias según las distancias del lugar y, en consecuencia, de la explosión. En definitiva, los científicos pudieron determinar el nivel de exposición a la radiación de un perro a partir de su ADN.
Según los investigadores, estos estudios permitirían aumentar la «comprensión [de] los fundamentos biológicos de los animales y, en última instancia, la supervivencia humana en regiones de alto y continuo ataque ambiental».
Chernobyl
El 26 de abril de 1986, uno de los reactores de una central eléctrica en las afueras de Pripyat se incendió y explotó, esparciendo material radiactivo a los alrededores. Treinta trabajadores murieron inmediatamente después de la explosión. Sin embargo, el número de víctimas fatales a largo plazo por envenenamiento como consecuencia de la radiación podría llegar a ser de miles.
Más de 160.000 residentes de la ciudad y sus alrededores tuvieron que ser evacuados, dejando el antiguo sitio soviético como un pueblo fantasma radioactivo. Solo se les permitía llevar lo que podían cargar, lo que significaba que tenían que dejar atrás a sus queridas mascotas.
El gobierno soviético envió para exterminar con los animales y, así, evitar que propagara la contaminación radiactiva. Pero algunas mascotas lograron evadir la muerte escondiéndose en el bosque.