Célebre por su vigor y su estabilidad, Alemania entró en los últimos días en una crisis política mayor, después que el canciller Olaf Scholz echara a su ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, provocando así el estallido de la coalición tripartita y probables elecciones anticipadas para marzo próximo. El terremoto no podía producirse en peor momento para la primera economía de Europa, que se inquieta por las repercusiones que podría tener para su comercio y su seguridad el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
La famosa coalición “semáforo”, que reúne a social-demócratas (SPD), liberales (FDP) y ecologistas, estalló en pleno vuelo el miércoles 6 de noviembre, incapaz de hallar un compromiso sobre el presupuesto 2025. En un gesto poco habitual de autoridad, el canciller Scholz despidió a su ministro de Finanzas, acusándolo de “rechazar todo compromiso” y de haberlo “decepcionado numerosas veces”. Esas palabras, de una rara violencia en Alemania, oficializan lo que la prensa relata desde hace meses: una relación tóxica entre los liberales y el resto del gobierno.
“El ministro de Finanzas no muestra ninguna voluntad de poner en práctica nuestro plan económico en beneficio del país (…). No puedo seguir imponiendo semejante comportamiento a Alemania”, declaró Scholz, mostrando su cólera y acusando a Lindner de “egoísmo”. “Con demasiada frecuencia bloqueó en forma inapropiada las leyes y dio muestras de una táctica mezquina y partidista”, agregó. Tras su despido, todos los ministros liberales dejaron el gobierno.
Hubo algarabía en la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD), para quienes el derrumbe del gobierno es “una liberación”, pero en este país adepto a la estabilidad, el periodo de incertidumbre que se abre, asusta.
Por otro lado, más de 500.000 personas de todo el mundo acudieron a los actos con los que la capital alemana celebró los 35 años de la caída del Muro de Berlín. Según informaron ayer los organizadores de los actos programados con motivo de la caída del muro que marcó la Guerra Fría, desde el primer día de las festividades, que comenzaron el pasado jueves, “miles de berlineses” vieron los cuadros expuestos en lo que fueron cuatro kilómetros del recorrido de la destruida frontera artificial.