La tradicional ceremonia de traspaso de poderes ministeriales franceses se inició ayer en Paris, luego de que finalmente el primer ministro, el conservador Michel Barnier, consiguiera formar el gabinete el sábado por la noche. Se trata de un gobierno minoritario de Emmanuel Macron, que debe depender del apoyo de la extrema derecha para sobrevivir, tras su incomprensible decisión de disolver la Asamblea Nacional y, luego, no conseguir la mayoría.
El voto de confianza amenaza a un gobierno que nació débil, híbrido y con ministros que casi nadie conoce. Barnier buscó poner fin a semanas de crisis política presentando un gobierno de derecha al presidente Macron. El rechazó su primera lista porque no era “un gobierno de unión o consenso”. El que finalmente aceptó es una suma de derechistas y macronistas que los vigilan.
El nuevo gobierno de centroderecha de Francia ha sido duramente despreciado, tanto por la oposición de izquierda como por la de extrema derecha, ya que ambas lo calificaron de ilegítimo y de poco probable que dure. Desde la izquierda consideran que este gabinete les robó el resultado de las elecciones y Macron los ignoró.