El Gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, avanzaba ayer con su polémica reforma judicial en Israel, que logró la aprobación preliminar de dos votaciones en el Parlamento, mientras miles de personas tomaron nuevamente las calles del país para manifestar su rechazo a la iniciativa y fueron duramente reprimidas por la Policía, con al menos 39 detenidos y 11 heridos.
Bajo el lema “Día Nacional de Interrupción”, los opositores a la medida realizaron una jornada de desobediencia civil en todo el país, que incluyó bloqueos de rutas y estaciones de trenes, huelgas en escuelas y lugares de trabajo, y contó incluso con la inusual participación de reservistas del Ejército.
También se organizaron caravanas de tractores en varios puntos del interior del país, mientras que los trabajadores tecnológicos interrumpieron su trabajo para manifestarse en las grandes ciudades, al igual que los médicos protestaron frente a los hospitales.
Netanyahu y sus aliados, un conjunto de partidos ultrarreligiosos y ultranacionalistas, dicen que el plan busca mejorar un sistema que da demasiada voz a los tribunales y a los asesores legales del gobierno sobre cómo se elaboran las leyes y se toman las decisiones.
La Policía indicó que algunos manifestantes arrojaron piedras y botellas de agua a los oficiales, a la vez que informó de 39 personas detenidas. Entre ellas, habría dos soldados de una unidad de élite del Ejército.