Las ilusiones de un regreso triunfal al Palacio de Planalto de Luis Inácio Lula da Silva con un triunfo en primera vuelta sobre el emblema de la ultraderecha se rompieron pronto en la tarde del domingo, cuando los primeros números de los comicios presidenciales de Brasil comenzaron a darle una amplia ventaja al actual mandatario, Jair Bolsonaro.
Si bien la tendencia se dio vuelta cuando el escrutinio sobrevolaba el 70% de las mesas, lo cierto es que la performance del mandatario de ultraderecha desafió todos los sondeos y las previsiones, sin llegar a complicar el panorama de Lula de cara al ballottage. Al cierre de esta edición, Lula se imponía como el ganador del comicio al obtener el 48,41% de los votos frente al 43,22% de Bolsonaro, con más del 99% del escrutinio completado.
Este resultado permitirá a ambos candidatos pasar a la segunda vuelta programada para el 30 de octubre, donde si bien Lula parte como claro favorito, la remontada de Bolsonaro pone un relativo signo de interrogación a propios y extraños. Vale puntualizar que el Tribunal Superior Electoral contabiliza sólo los votos válidos para elegir Presidente, es decir que no incluye a los votos en blanco o los anulados (que sumaron unos 5.000.000).
La campaña del Partido de los Trabajadores (PT) cree que hubo un “voto silencioso” a favor de Bolsonaro que no detectaron las encuestas, que le daban a Lula entre el 50% y 51% de los votos. “Se esperaba un voto silencioso hacia el Presidente, que debería tener más del 36% de los votos. La campaña fue atípica por eso”, explicó uno de los dirigentes históricos del PT. Anoche, se esperaba la palabra de Lula para comenzar a vislumbrar el tono que tomará la campaña en las cuatro semanas que restan hasta el ballottage, donde se presenta un dilema: seguir con la misma campaña o modificarla para seducir a los votantes de otros candidatos o los abstencionistas. Vale acotar que en los comicios de ayer el tercer y cuarto lugar fueron para Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño, y Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista, que apenas superaron el 4% y 3%, respectivamente, de los votos.
Otra incógnita es la actitud que tomará Bolsonaro, que puso en duda durante toda la campaña la seguridad de las urnas electrónicas y agitó la amenaza de un fraude que lo perjudique, alentando un clima de violencia política que se tradujo en una ola inédita de asesinatos y crímenes de odio. Anoche, la diferencia entre Lula y Bolsonaro era de unos 5.600.000 de votos: si se contabiliza que entre Tebet y Gomes sumaron unos 8.000.000 de votos y entre blancos y anulados hubo otros 5.000.000 de sufragios, quedan 13.000.000 en disputa, con la ventaja citada para Lula.
“Hay que hablar más con la gente”
El ex presidente de Brasil y candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula Da Silva, salió a celebrar anoche su triunfo en las elecciones presidenciales de ayer, en un discurso donde exhortó a la ciudadanía a acordarse “lo que pasaba hace cuatro años” y celebró la chance de un futuro debate “cara a cara” con el actual mandatario Jair Bolsonaro antes de la segunda vuelta del 30 de octubre.
A minutos de que se conozcan los números finales, Lula –con su esposa al lado y Dilma Rousseff atrás- afirmó que en los días que quedan hasta el ballottage “habrá que conversar más con la gente y convencer a la sociedad de lo que estamos proponiendo. La lucha continúa hasta la victoria final. Esperamos contar con el apoyo de ustedes”, sentenció.
“Nunca he ganado unas elecciones en la primera vuelta, todas las que he ganado han sido en la segunda. Lo importante es construir una serie de alianzas. Para nosotros esto es sólo una extensión”, señaló Lula, quien aseguró que “hay una cosa en mi vida que me motiva, me estimula y me hace renacer cada día: es la creencia de que nada ocurre por causalidad”.
Más tarde, Bolsonaro salió a dar su palabra y culpó a la economía golpeada por la guerra en Ucrania de su derrota, a la vez que aseguró que buscará “ampliar las alianzas” de cara a la segunda vuelta. Si bien no desconoció la legitimidad de los comicios, como muchos temían, volvió a apostar a la campaña del miedo al advertir que “el cambio puede ser para peor, fíjense en Argentina, Colombia y Venezuela”. “Todos los países que migraron hacia la izquierda les fue peor”, consideró y aseguró que “me preocupa la libertad del pueblo”.
Los conservadores mantienen el poder en el Congreso
El vencedor de las elecciones presidenciales en Brasil tendrá que lidiar con un Congreso poco renovado, muy fragmentado y con una mayoría de legisladores vinculados a partidos conservadores y de centroderecha.
A pesar de que la diversidad y la juventud mandan en el territorio de Brasil, la gran mayoría de sus parlamentarios son hombres blancos de avanzada edad que llevan años encadenando un mandato tras otro, algo que no cambió con los comicios de ayer.
Según diferentes proyecciones divulgadas el sábado, el porcentaje de caras nuevas en la Cámara de Diputados que será elegida el domingo se limitará al 34%, muy por debajo del registrado en 2018 (47%) y el menor nivel en los últimos 22 años. La renovación será aún menor en el Senado debido a que ayer tan sólo fueron electos 27 de los 81 senadores, un tercio del total, y algunos de los actuales, como el ex futbolista Romario, tienen la reelección garantizada.
Para colmo, hay que recordar que la ola bolsonarista que arrasó en 2018 parió el Congreso más conservador de la historia. Bolsonaro llegó al poder sin un partido fuerte detrás, pero con apoyo de las bancadas “BBB”, acrónimo de “Buey, Bala y Biblia”, como se denominan en Brasil a los parlamentarios agrupados en bancadas temáticas que defienden, respectivamente, los intereses del todopoderoso sector agrícola y ganadero, los agentes de seguridad y los religiosos, sobre todo evangélicos.
Un combo ultraconservador que siempre existió y que frenó los intentos de políticas más progresistas en los años del PT en el poder, pero que salió reforzado durante el Gobierno de Bolsonaro. La renovación limitada de legisladores mantendrá así un Congreso con la actual mayoría conservadora, bajo control de los “BBB”.