La decimosexta cumbre de los BRICS comenzó ayer en la ciudad rusa de Kazán, con un objetivo claro en la mente de su anfitrión, Vladímir Putin: consolidar una plataforma que ofrezca a Moscú una alternativa económica y diplomática a Occidente.
Más de dos decenas de líderes internacionales y 36 delegaciones de países figuran en la lista de invitados por el Kremlin a esta ciudad tártara a orillas del Volga. Entre ellos estaba el secretario general de la ONU, António Guterres, que se reunirá mañana cara a cara con Putin por primera vez desde abril de 2022, al inicio de la invasión rusa de Ucrania.
El encuentro del máximo responsable de Naciones Unidas con el autócrata ruso, junto con su negativa a participar en la cumbre de paz de Suiza —a la que tampoco acudió Moscú—, indignaron al Gobierno de Volodimir Zelenski.
Una de las prioridades del Kremlin para el foro de los BRICS, que se celebra hasta mañana, es impulsar un sistema financiero que permita a Rusia eludir las sanciones occidentales por la guerra de Ucrania. “El PIB de los BRICS supera al del G-7 (del que formaba parte Moscú hasta la anexión ilegal de Crimea en 2014) y continúa creciendo”, presumió Putin.