Comenzó este lunes la 30ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), que se celebrará hasta el 21 de noviembre en el corazón de la selva amazónica.
La cita reúne a líderes mundiales, científicos, organizaciones sociales y comunidades indígenas con el propósito de acordar acciones urgentes para frenar el cambio climático y mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5 °C, tal como establece el Acuerdo de París de 2015.
Entre los asistentes estuvieron el presidente francés Emmanuel Macron, el canciller alemán Friedrich Merz y el primer ministro británico Keir Starmer, junto con el presidente de Colombia, Gustavo Petro, y el mandatario de Liberia, Joseph Boakai.
China estuvo representada por el viceprimer ministro Din Xuexiang, mientras que Estados Unidos no envió delegación a esta primera etapa, aunque participará en las negociaciones de la conferencia.
Es la primera vez que la cumbre climática se realiza en Brasil y también la primera en plena selva amazónica. Por ello, los organizadores la bautizaron “la COP de la selva”, mientras que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva la definió como “la COP de la verdad”.
La sede de Belém, capital del estado de Pará, fue elegida para que los líderes mundiales enfrenten la crisis climática de frente, según André Corrêa do Lago, presidente designado de la COP30.
En la apertura, Lula da Silva pronunció un discurso enfático que marcó el tono político de la cumbre: “Controlan los algoritmos, siembran odio, propagan el miedo, atacan las instituciones, la ciencia y las universidades. Es hora de infligir una nueva derrota a los negacionistas”, expresó el mandatario brasileño.
También alertó sobre las consecuencias sociales del cambio climático: “El colapso climático profundiza la lógica perversa que define quién merece vivir y quién debe morir”.
En este sentido, Lula reivindicó la decisión de trasladar la conferencia al corazón de la selva amazónica: “Durante las próximas dos semanas, Belém será la capital mundial. Trasladar la COP al corazón de la Amazonía fue una tarea ardua, pero necesaria: la Amazonía no es una entidad abstracta”. “Quienes solo ven la selva desde arriba desconocen lo que sucede en su sombra. El bioma más diverso del planeta alberga a más de 50 millones de personas”, añadió.
Finalmente, propuso reforzar la gobernanza global del clima: “Para avanzar se requiere una gobernanza global más sólida, capaz de garantizar que las palabras se traduzcan en acciones. La creación de un Consejo Climático, vinculado a la Asamblea General de la ONU, es una forma de otorgar a este desafío la importancia política que merece”, destacó.
Bajo la presidencia de Brasil, la COP30 se articula en torno a 30 objetivos clave, organizados bajo la iniciativa “mutirão” -vocablo indígena que significa “tarea colectiva”-, símbolo de la participación indígena y comunitaria en la lucha climática.
El Gobierno brasileño busca que todos los sectores, desde las comunidades originarias hasta los líderes empresariales, contribuyan al cumplimiento de los compromisos climáticos.
Según la ONU, se necesitan US$1,3 billones de dólares en inversiones anuales hasta 2035 para cumplir los objetivos globales.
En este contexto, el Informe de la Hoja de Ruta Bakú-Belém, elaborado por las presidencias de la COP29 y COP30, define cinco prioridades para movilizar recursos, entre ellas: fortalecer seis fondos multilaterales para el clima, crear impuestos a las actividades contaminantes, y convertir deuda soberana en inversión climática, una medida que podría liberar hasta US$100.000 millones para los países en desarrollo.
Otro eje crucial será la revisión de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN), los planes con los que los países buscan reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Para mantener el calentamiento global bajo control, las emisiones deben reducirse un 60% para 2030, aunque las CDN actuales solo contemplan un 10%.
De las 196 Partes del Acuerdo de París, solo 64 habían presentado sus CDN actualizadas hasta septiembre. En las reuniones preparatorias de Alemania, muchos países advirtieron que esta brecha de ambición deberá cerrarse en Belém.
Se espera que la COP30 apruebe 100 indicadores globales para medir el progreso en adaptación al cambio climático y comparar resultados entre naciones. Actualmente, 172 países tienen algún plan de adaptación, aunque 36 están desactualizados.
El Programa de la ONU para el Medio Ambiente (Pnuma) sostiene que el financiamiento para la adaptación debe multiplicarse por 12 antes de 2035 para cubrir las necesidades de los países en desarrollo.
Además, la cumbre impulsará el Programa de Trabajo para una Transición Justa, cuyo objetivo es garantizar que las políticas climáticas no profundicen la desigualdad.
Las organizaciones sociales proponen la creación del “Mecanismo de Acción de Belém”, para coordinar los esfuerzos de transición justa y ampliar el acceso a tecnología y financiamiento para las naciones más vulnerables.
Tras uno de los años más cálidos de la historia, marcado por fenómenos extremos y deshielos sin precedentes, la ONU advierte que las emisiones actuales podrían elevar las temperaturas globales por encima de 1,5 °C en la próxima década.
Desde Belém, la COP30 busca convertir la alarma científica en acción política. Como advirtió Lula al inaugurarla, esta debe ser “la COP de la verdad”: la prueba de si la humanidad actuará a tiempo, antes de que la Amazonia -y el planeta- crucen su punto de no retorno.









