Miles de trabajadores británicos están en huelga desde la semana pasada, en reclamo por aumentos salariales, en contra de la flexibilización laboral y, en algunos casos, previsional ante un contexto de descontento social con una creciente inflación que podría llegar al 13% interanual en octubre.
El jueves y sábado pararon más de 40.000 ferroviarios. El viernes protestaron los operadores del metro y de los autobuses que paralizaron Londres. Prácticamente no hubo subtes en la capital y tampoco circularon los famosos autobuses rojos de dos pisos.
Por último, ayer más de 2.000 trabajadores del puerto de Felixstowe, el más importante del país, se sumaron a la huelga. Los sindicatos, el gobierno y las empresas aún no llegaron a un acuerdo para solucionar el conflicto.