Más de 2.000 migrantes, en su mayoría de Siria e Irak pero también algunos del norte de África, están agolpados desde hace días en una zona boscosa de la frontera oriental del bloque europeo, soportando temperaturas heladas y en condiciones de enorme vulnerabilidad para intentar cruzar.
Frente a ellos hay una valla de alambre de púas y detrás un dispositivo de unos 15.000 soldados que les corta el paso. Desde la Unión Europea (UE), acusan al gobierno bielorruso de Alexander Lukashenko de impulsar el cruce de los migrantes para que el bloque deje de aplicarle sanciones por su deriva autoritaria.
La prensa europea sostiene que Lukashenko trasladó a los migrantes al lugar en camiones, colectivos y hasta aviones de Oriente Medio (Bagdad, Mosul, Beirut o Estambul).
Sin embargo, Bielorrusia dice que no tiene ni dinero ni medios en general para contener el flujo de migrantes y que Polonia muestra “indiferencia y de actitud inhumana” por negarse a recibirlos.
Por lo pronto, la ONU criticó ayer la “intolerable” situación de los migrantes y destacó que “cientos de hombres, mujeres y niños no deben ser obligados a pasar una noche más en un clima glacial sin refugio, alimento, agua y cuidado médicos adecuados”.
“Exhorto a los Estados concernidos a tomar medidas inmediatas para desactivar y resolver esta situación intolerable conforme a las obligaciones que tienen en virtud del derecho internacional de los derechos humanos”, aseveró la ONU.