Entre la ola de calor, el aumento de la inflación, la suspensión del envío de gas ruso y la guerra en Ucrania, la tensión está en alza en Europa. Ayer, Rusia afirmó que no puede garantizar el buen funcionamiento del gasoducto Nord Stream 1 que abastece de gas a Europa.
Desde el lunes el gasoducto no funciona por tareas de mantenimiento. El gas que llega a Alemania se transporta también a Bélgica, Dinamarca, Francia, Reino Unido, Países Bajos, e Italia y Austria de manera indirecta, por lo que una interrupción prolongada agravaría la crisis energética que ya atraviesa Europa, con precios en alza y el temor al desabastecimiento en el invierno.
La empresa rusa, Gazprom, alegó que no sabe si podrá recoger una turbina que está siendo reparada en Canadá debido a las sanciones contra Moscú. Incluso antes de que el Nord Stream dejara de funcionar, Rusia disminuyó fuertemente su suministro, asegurando que se debía a la falta de turbinas Siemens, necesarias para las estaciones de compresión.
Siemens envió la turbina en cuestión a su planta en Canadá, la única en la que puede hacer revisiones técnicas. No obstante, después no la pudo sacar y devolver por las sanciones canadienses contra Rusia. “Gazprom no está en posesión de ningún documento que permita que Siemens saque de Canadá el motor de turbina de gas” que Canadá, sin embargo, afirmó querer devolver a Alemania, declaró Gazprom en un comunicado.
“En estas condiciones, no es posible sacar ninguna conclusión objetiva sobre el desarrollo de la situación en cuanto a la seguridad y el funcionamiento seguro” del gasoducto, añadió el grupo ruso. Sin embargo, Canadá anunció el sábado que devolvería a Alemania las turbinas destinadas al Nord Stream, pese a las sanciones impuestas contra Moscú y los llamados de Ucrania a no “someterse al chantaje del Kremlin”.
Desde el inicio de la guerra ruso-ucraniana, Alemania cerró otro gasoducto ruso que debía entrar en funcionamiento, el Nord Stream 2, y se esfuerza por reducir su dependencia: el 35% de las importaciones alemanas de energía provienen de Rusia, cuando antes de la guerra era un 55%, en un país donde más del 50% de la calefacción hogareña se basa en el gas.