El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, fue reelegido para un cuarto mandato consecutivo con el 75,92% de los votos en unas elecciones generales cuestionadas por Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros, por la detención de los principales candidatos de la oposición, que además denunció que hubo una muy baja participación.
En realidad, Ortega obtuvo ese porcentaje sobre poco más de 2.800.000 de votos totales, que representan una participación de 65,23% de los ciudadanos empadronados, según reportó el Consejo Supremo Electoral (CSE).
Pese al dato oficial, el observatorio independiente Urnas Abiertas cifró en 81,5% la abstención. Las elecciones fueron desconocidas de inmediato por Estados Unidos, la UE, Costa Rica y Colombia, entre otros países y bloques internacionales, y convalidadas por Rusia y Venezuela.
“Lo que el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa orquestaron fue la pantomima de una elección que no fue libre ni justa, y ciertamente no fue democrática”, dijo el presidente estadounidense, Joe Biden, en un comunicado donde anunció anticipó nuevas sanciones al país.
Las elecciones fueron “una demostración de civismo, una ratificación de la paz y el bien” y una más de “las batallas y victorias de un modelo formidable de dignidad y soberanía”, respondió ayer Murillo.