Si el Gobierno inglés no interviene, millones de hogares podrían entrar en mora a raíz de los elevados y vertiginosos aumentos en las boletas de gas y electricidad que el último mes subieron un 50%. Antes de la llegada del invierno, el Gobierno debería ampliar el descuento en las facturas en al menos un 150%, según organizaciones y consultoras inglesas.
De momento, no hay comunicados oficiales y la situación preocupa a la ciudadanía. “Si bien un mayor apoyo brindará alivio a muchos, no es una solución a largo plazo. El Gobierno y el regulador deben emprender con urgencia una revisión amplia de los precios minoristas de la energía, incluido el tope de precios, para construir un sistema justo y asequible para los consumidores”, dijo la directora de Política y Defensa de la organización Which?, Rocío Concha. Esto afectaría a hogares, industrias y pequeños comercios.
La consultora Baringa Partners advirtió que esta crisis energética podría tener un mayor impacto en los hogares que la crisis financiera de 2008. El centro del problema está en la creciente dependencia de la energía importada y la falta de almacenamiento, agravada por la reducción del suministro ruso.
De hecho, Reino Unido dejó de importar por completo en junio petróleo refinado, crudo, gas y carbón desde Rusia, por primera vez desde 1997 según la Oficina Nacional de Estadísticas británica. En el continente, el precio del gas natural supera los 300 euros, un nivel al que no se llegaba desde el récord histórico registrado en marzo tras el inicio de la guerra en Ucrania.