Más de 1.000.000 de personas protestaron ayer nuevamente en las calles de Francia contra la reforma jubilatoria promovida por el presidente Emmanuel Macron, decidido a aprobarla en el Parlamento pese al creciente rechazo popular.
Los principales sindicatos franceses unieron sus voces en todo el país y las dos medidas que cristalizan el descontento son el retraso progresivo hasta 2030 de la edad de jubilación de 62 a 64 años y el adelanto a 2027 de la exigencia de aportar durante 43 años -y no 42 como ahora- para cobrar una pensión completa.
En ese marco, la marcha en París registró algunos choques con las fuerzas de seguridad, que terminaron con 18 detenidos, según informó la policía.
Ya desde la mañana, la huelga contaba con fuerte acatamiento en los transportes, particularmente en el subte de París, los trenes de cercanías de la región parisina y los ferrocarriles de provincia, donde la circulación era cercana a cero.
La incógnita de la jornada era si los sindicatos iban a movilizar más gente que el 19 de enero, cuando 1.120.000 de personas se manifestaron, según las autoridades, aunque fue el doble para los sindicatos.
Por la tarde, el ministro del Interior cifró en 1.272.000 a los participantes de la protesta de ayer, en tanto que el sindicato CGT cifró la participación en 2.800.000.
De esta forma, aunque con cifras diferentes, tanto las autoridades como los sindicatos atestiguaron de un rechazo creciente contra el proyecto de retrasar la edad de la jubilación de 62 a 64 años.
A la espera de los datos de París, las primeras cifras oficiales apuntaban a una participación ligeramente al alza: 40.000 manifestantes en Marsella, 28.000 en Nantes y 23.000 en Rennes, tres de las ciudades más grandes del país.
Los manifestantes pidieron que el Gobierno dé marcha atrás a endurecer las condiciones para acceder a una pensión completa, pero la primera ministra Élisabeth Borne ya advirtió que el retraso a 64 años “no era negociable”.