El papa finaliza hoy su “viaje peregrinal”, en lo que fue una estadía de seis días por Canadá cuyo principal objetivo fue hacer llegar el pedido de perdón por parte de la Iglesia que representa hacia las comunidades aborígenes Métis, Inuit y First Nations por años de silencio en torno a los maltratos cometidos contra miles de niños. Francisco centró su gira en reuniones con representantes de las comunidades afectadas, no obstante desde el Gobierno de Canadá consideraron que fue “insuficiente”.
Desde el gobierno que lidera el primer ministro, Justin Trudeau, indicaron que la reconciliación en torno a la dolorosa historia sigue siendo “una labor en curso”. Las críticas del Gobierno reiteran las de algunos sobrevivientes, quienes señalan que Francisco omitió cualquier referencia a los abusos sexuales sufridos por niños indígenas en las escuelas. Por los internados escolares, que estuvieron en funcionamiento por casi 100 años, pasaron generaciones de niños indígenas que fueron retirados de sus familias por la fuerza y obligados a asistir a esas instituciones financiadas por la Iglesia y el Gobierno para asimilarlos a la sociedad canadiense, de religión cristiana. En total, se calcula que más de 150.000 niños pasaron por estas instituciones, que estuvieron activas de 1883 a 1996, en las que se reportaron casos de abusos físicos, psicológicos y sexuales.
La reacción oficial del Gobierno fue emitida a la llegada del pontífice a Quebec, ciudad a la que arribó el miércoles para reunirse con el primer ministro, Justin Trudeau, y la gobernadora general, Mary Simon. Trudeau, católico cuyo padre, Pierre Trudeau, fue primer ministro cuando aún funcionaban los últimos internados, insistió en que la Iglesia católica, como institución, carga culpa y debe hacer más para expiarla.
El Primer Ministro agregó que la visita de Francisco “no habría sido posible sin el valor y la perseverancia” de los pueblos originarios, inuit y metis, que viajaron al Vaticano hace algunos meses para apremiar su exigencia de una disculpa.
En paralelo, ayer Francisco brindó una misa ante 16.000 personas en Quebec y volvió a mostrar su cercanía desde el arrepentimiento. El 70% de los lugares estaban reservados para nativos, y muchos de ellos llegaron tras peregrinar cientos de kilómetros a pie. “¿Qué ha pasado?, ¿por qué ha sucedido?, ¿cómo ha podido ocurrir? Hermanos y hermanas, son preguntas que cada uno de nosotros se hace a sí mismo; y son también cuestiones candentes que resuenan en el corazón de la Iglesia que peregrina en Canadá, en este arduo camino de sanación y reconciliación que está realizando”, dijo y señaló que los abusos son una herida al “cuerpo de Cristo”. Para finalizar, Francisco pidió a la Iglesia canadiense que no se considere “una cultura superior”.