La crisis por la destitución del ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, abrió una brecha cada vez mayor en el entorno del primer ministro, Benjamín Netanyahu.
A las manifestaciones de protesta en las calles de diferentes ciudades por esa salida del Gobierno, el propio Gallant cargó ayer contra el jefe del Ejecutivo, desmontando la gestión que este está llevando a cabo de la guerra.
“No queda nada por hacer en Gaza. Los mayores logros ya se han conseguido”, dijo el ex titular de Defensa durante un encuentro con familiares de los 101 secuestrados que todavía siguen en la Franja.
“Me temo que permanecemos allí solo por el deseo de estar allí”, lo que aumenta el riesgo para los soldados, añadió. “Solo Netanyahu decide en torno a la posibilidad de alcanzar un acuerdo que permita el regreso a casa de los rehenes y no se guía por consideraciones militares o políticas”, cerró Gallant.
En paralelo, el padre Gabiel Romanelli, párroco argentino de la única parroquia católica de la martirizada Gaza, dijo al diario vaticano L’Osservatore Romano que se acercan a la Iglesia tropas israelíes y temen que quieren evacuarlos hacia el sur.
“Nuestras familias están atemorizadas pero no quieren dejar sus casas. ¿Por qué deberíamos abandonar nuestras viviendas? Ninguno de nosotros (los católicos) está involucrado en el conflicto”, afirmó el sacerdote.