Rusia responsabilizó ayer al gobierno de Kosovo por la “sangre derramada” durante un incidente mortífero cerca de la frontera con serbia y advirtió del riesgo de arrastrar a “toda la región de los Balcanes a un peligroso precipicio”.
“No cabe duda que la sangre derramada ayer [domingo] es una consecuencia directa e inmediata de la política del supuesto primer ministro Albin Kurti de incitación al conflicto”, señaló el Ministerio ruso de Relaciones Exteriores en un comunicado. Además, agregó que cualquier intento de agravar la situación podría arrastrar a “toda la región de los Balcanes a un peligroso precipicio”.
Según Moscú, la policía de Kosovo “está desacreditada desde hace tiempo por unos actos punitivos sistemáticos contra la comunidad serbia”. El Kremlin ya había expresado el domingo su preocupación por la situación “potencialmente peligrosa en Kosovo” y demostró su apoyo a Serbia. “La situación es verdaderamente tensa y potencialmente peligrosa. No es un secreto para nadie que las provocaciones contra los serbios son organizadas muy a menudo”, dijo el vocero de la Presidencia, Dmitri Peskov.
En tanto, el Gobierno de Kosovo declaró duelo nacional en homenaje a un policía muerto y responsabilizó a Serbia por el incidente, una acusación desmentida desde Belgrado. “Muchas cosas van a quedar resueltas con la investigación”, indicó Kurti a Manuel Sarrazin, emisario del Gobierno alemán para los Balcanes occidentales.
El incidente se produjo después de que un nuevo ciclo de diálogo para pacificar la región bajo la mediación de la Unión Europea (UE) terminara sin avances. Aludiendo a un embargo a los bienes provenientes de Serbia, Rusia afirmó que “las localidades del norte de Kosovo están desde hace meses al borde de la catástrofe humanitaria”.
“Existe una amenaza directa de que vuelva la limpieza étnica que practicaron los extremistas albaneses de Kosovo”, consideró el ministerio. La calma regresó ayer al monasterio del norte de Kosovo en el que se atrincheraron durante varias horas una treintena de hombres armados, después de la muerte de un policía kosovar. Cuatro miembros del comando fueron abatidos y otros seis estarían siendo atendidos en un hospital de Serbia, según las autoridades de Kosovo.
Serbia se niega a reconocer la independencia de su antigua provincia, cuya población de 1.800.000 de habitantes, de mayoría albanesa, incluye una comunidad de origen serbio de unas 120.000 personas, que viven esencialmente en el norte de ese territorio.