Las fuerzas rusas se reagrupan en el este ucraniano tras abandonar el asedio a Kiev, la capital del país, con el objetivo de lanzar una ofensiva aplastante en la región para unir y dominar toda la costa baja, desde la península de Crimea hasta las regiones separatistas de Donestk y Lugansk -ya prácticamente controladas por las tropas invasoras- y la estratégica ciudad de Mariupol, que empieza a caer tras semanas de bombardeos, clave para abrir camino hacia el mar Negro.
El gobernador de Lugansk, Sergiy Gaiday, alertó ayer que los rusos “cortan todas las vías posibles de salida” en la provincia, por lo que instó a la población civil a huir lo antes posible de la región, al igual que la vicepremier del país, Iryna Vereshchuk.
La situación es aún más crítica en Mariupol, asediada desde hace semanas por el Ejército ruso y sus aliados separatistas. Las fuerzas prorrusas aseguraron ayer que ya han tomado el control del centro de Mariupol e incluso designaron a un “nuevo alcalde” leal al Kremlin, Konstantin Ivashchenko, quien salió a informar que “unas 5.000 personas” fallecieron en esa localidad por la guerra, mientras que “un 60% a 70% de las viviendas fueron destruidas o parcialmente destruidas”. Estos balances son, no obstante, menos graves que los reportados por las autoridades ucranianas, que hicieron una estimación “prudente” de 5.000 muertos pero añadieron que “podría haber decenas de miles de víctimas civiles” y que la ciudad “está destruida al 90%”.
Símbolo de los horrores de la guerra, Mariupol es el último obstáculo de Vladímir Putin para controlar la costa ucrania del mar de Azov. A tan solo 40 kilómetros de la frontera rusa, la ocupación del municipio supondría una vía de acceso directo del invasor a las otras ciudades más al sur ya bajo su control. Sin embargo, Rusia reconoció ayer haber sufrido “importante bajas” entre sus militares, aunque sin brindar una estimación del número de soldados muertos, heridos o capturados.
Por su parte, Ucrania reclamó nuevamente a la OTAN la entrega de armamento para enfrentar la ofensiva en el este, que prevé avasalladora. “Vengo a pedir tres cosas: armas, armas y armas. Cuanto más rápido se entreguen, más vidas serán salvadas y se evitarán más destrucciones”, dijo el canciller Dmytro Kuleba en una reunión con cancilleres de los países de la alianza.
Además las autoridades informaron del hallazgo de 26 cuerpos extraídos de los escombros de dos edificios bombardeados en Borodianka, al noroeste de Kiev. “Han comenzado a clasificar las ruinas en Borodianka”, dijo el presidente Volodomir Zelensky, quien aseguró que “la situación es mucho más horrible allí, hay aún más víctimas de los ocupantes rusos” que en Bucha.
Paralelamente, las negociaciones por la paz volvieron a complicarse aún más ayer después de que el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia denunciara que la parte ucraniana había propuesto un nuevo borrador de acuerdo que se desvía de las versiones anteriores; mientras que el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, sumó otra complicación al exigir que su país sea incluido en las tratativas.