El mundo entero se vio conmocionado ayer por la guerra en Ucrania cuando el gobierno de Volodimir Zelenski denunció que las fuerzas de Vladimir Putin masacraron a civiles en su retirada de las devastadas localidades de la periferia de Kiev, que ocuparon durante casi un mes, y hasta llegó a denunciar un “genocidio”.
La acusación estuvo acompañada de estremecedoras imágenes de cadáveres esparcidos por las calles de la ciudad de Bucha, mientras la fiscal ucraniana, Irina Venediktova, elevó a 410 la cantidad de muertos civiles hallados tras la recuperación de los territorios tomados por las tropas rusas en la región de Kiev. El alcalde de Bucha, Anatoly Fedoruk, aseguró a su vez que otros 280 cuerpos fueron enterrados en fosas comunes en la ciudad.
En realidad, las imágenes comenzaron a conocerse el sábado cuando los primeros periodistas en llegar a la zona -que todavía sigue minada- revelaron la matanza al mundo, aunque los medios se hicieron eco recién ayer. Los reporteros Simon Gardner, Zohra Bensemra y Abdelaziz Boumzar contaron en su crónica que algunos cuerpos llevaban “días, sino semanas” en estado de descomposición en las calles de Bucha. “Los vecinos cuentan que los mataron durante la ocupación”, afirmaba su artículo, acompañado por las primeras imágenes del horror.
La denuncia recibió un inmediato respaldo de la OTAN, Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea, que repudiaron las imágenes y pidieron más sanciones contra Rusia, a la que acusaron de cometer “crímenes de guerra”. El gobierno de Putin, por su parte, negó las acusaciones y afirmó que las imágenes fueron “escenificadas”.
Sin embargo, los funcionarios del gobierno ucraniano ratificaron ayer que están recolectando evidencia para entregar a la Corte Penal Internacional (CPI) con sede en La Haya, que hace un mes anunció la apertura de una investigación sobre posibles crímenes de guerra en Ucrania. Se trata de la única corte del mundo que juzga a individuos por los peores crímenes, incluyendo genocidio. “Sí, esto es genocidio, la eliminación de toda la nación y el pueblo”, resaltó ayer el presidente Zelenski, quien reiteró que Ucrania no quiere dejarse “someter a la política de la Federación Rusa” y “esta es la razón por la cual estamos siendo destruidos y exterminados”.
El secretario general de la ONU, António Guterres, dijo a su vez que está “profundamente impactado” por las imágenes de los cadáveres en Bucha y resaltó que “es esencial que una investigación independiente conduzca a una rendición de cuentas efectiva”. Los asesinatos representan “una brutalidad contra los civiles que no hemos visto en Europa durante décadas, y es horrible y absolutamente inaceptable”, agregó por su parte el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. Por cierto, el diplomático noruego advirtió que “no hay que ser demasiado optimistas porque los ataques continuarán”, e incluso afirmó que “lo que vemos no es una retirada, sino que vemos que Rusia está reposicionando sus tropas” en Ucrania.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, agregó que “no se puede evitar ver estas imágenes como un puñetazo en el estómago” y alertó que “esta será la realidad cotidiana mientras continúe la brutalidad de Rusia contra Ucrania”; mientras que el presidente francés, Emmanuel Macron, consideró que las fotografías son “insoportables”: “Las autoridades rusas tendrán que responder por esos crímenes”, enfatizó.
Sin embargo, el Ministerio de Defensa ruso negó todas las acusaciones y aseguró que las imágenes de Bucha son “otra producción del régimen de Kiev para los medios occidentales”. “Las publicaciones sobre Bucha aparecieron en varios medios extranjeros a la vez, parece una campaña mediática planificada. Dado que las tropas abandonaron la ciudad el 30 de marzo, ¿dónde estaban estas imágenes hace cuatro días?, su ausencia solo confirma la falsificación”, argumentó el gobierno ruso, que recordó que el alcalde anunció el 31 de marzo que la ciudad había sido liberada “pero ni siquiera mencionó que hubiera en la calle algún vecino tiroteado”. El Gobierno ruso llegó a acusar al ucraniano de matar a civiles: “Las afueras (de Kiev) fueron bombardeadas 24 horas al día por las tropas ucranias con artillería de gran calibre”, afirmó el Ministerio de Defensa, aunque ninguna agencia de noticias lo confirmó.
Por lo pronto, tanto Ucrania como Rusia pidieron que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se reúna de urgencia para discutir la matanza de civiles en Bucha, aunque con argumentos opuestos.
Atacan las refinerías de Odesa
Lejos de menguar en su embestida, Rusia atacó ayer una refinería y depósitos de combustible en Odesa, según informó su Ministerio de Defensa, horas después de que las autoridades locales denunciaran bombardeos rusos contra la sureña ciudad portuaria ubicada a orillas del mar Negro.
Los ataques generaron explosiones al punto que grandes llamaradas y varias columnas de humo negro eran visibles en una zona industrial de la ciudad. Desde Moscú, el Ministerio de Defensa ruso dijo que usó misiles disparados desde barcos y aviones para atacar las refinerías que abastecían al Ejército ucraniano. “Esta mañana, misiles marítimos y terrestres de alta precisión destruyeron una refinería y tres depósitos de combustible y lubricantes cerca de la ciudad”, dijo el Ministerio.
“La región de Odesa forma parte de los objetivos prioritarios del enemigo. El enemigo continúa su práctica pérfida de atacar infraestructuras sensibles”, declaró el oficial ucraniano del mando regional, Vladislav Nazarov. La ciudad de Odesa es considerada estratégica por su puerto de gran tamaño, que permite acceso al mar Negro y al resto de Ucrania: toda la costa este, desde la península de Crimea hasta las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk, están ocupadas por las fuerzas rusas, con excepción de partes de Mariupol.
El papa condenó la “guerra sacrílega”
El papa Francisco rezó ayer por el fin de la “guerra sacrílega” en Ucrania y para que el mundo muestre compasión y solidaridad con los refugiados, al finalizar una visita de dos días a Malta marcada por sus preocupaciones por la devastación en suelo ucraniano. Aunque corto, el viaje a la isla de la parte central del mar Mediterráneo fue agotador para el papa de 85 años, quien sufre de dolores en la rodilla derecha por un problema de ligamentos.
Sin embargo, pese a sus visibles dificultades, Francisco comenzó su último día en Malta con una visita a la gruta donde, según la tradición, vivió San Pablo. Allí, agradeció a los países europeos que acogieron a los refugiados ucranianos y renovó su pedido de solidaridad. Luego, el papa fue a Floriana, cerca de la capital, donde celebró una misa para unas 20.000 personas en la que volvió a pedir el fin de la guerra en Ucrania.
“Pensando en la tragedia humanitaria de la atormentada Ucrania, todavía bajo el bombardeo de esta sacrílega guerra, no nos cansemos de rezar y ayudar a los que sufren”, dijo Francisco, quien el sábado había condenado la invasión rusa y habló de “algún poderoso, tristemente encerrado en las anacrónicas pretensiones de intereses nacionalistas, que provoca y fomenta conflictos”, en una alusión al presidente Vladimir Putin.
La inflación estremece a Europa
Cómo pocas veces en las últimas décadas, el fantasma de la inflación sacude a Europa. Basta ver los números para comprobar que el viejo continente está en problemas: en Holanda llegó al 11,9%, en España al 9,8%, Bélgica al 9,3%, Alemania al 7,6%, Italia al 7% y la Media Eurozona al 7,5%. Se trata de los últimos datos de la inflación de Europa, que no ve estas cifras desde hace al menos 35 años, en algunos países desde la crisis del petróleo de los años ‘70.
El fenómeno se explica por dos causas. Después de años de dinero barato, de tener al Banco Central Europeo comprando cientos de miles de millones de euros en deuda pública al año y aun así una inflación anual que nunca llegaba al 2%, la pandemia cambió todo. La mayoría de los ciudadanos mantuvo sus ingresos pero dejó de viajar, de comprar, de salir, de gastar.
El regreso a la normalidad agregó otro problema: los cuellos de botella generados en la producción por la alta demanda. Pero la situación se complicó con la guerra en Ucrania porque Rusia es el principal exportador de hidrocarburos a Europa.
Las sanciones, la guerra y los miedos de los mercados dispararon el precio del petróleo y del gas. Y con la normativa europea para fijar precios de la electricidad, esta se disparó, suba que repercutió en la inflación general al punto de explicar más del 50% del alza general de los precios.