La comunidad internacional adoptó ayer un acuerdo final en la cumbre del clima COP27 que establece un fondo para ayudar a los países pobres azotados por las catástrofes climáticas, pero no impulsa los esfuerzos para atajar las emisiones que las provocan.
Tras unas tensas negociaciones que se prolongaron durante toda la noche, la presidencia egipcia de la COP27 dio a conocer el texto final del acuerdo y convocó simultáneamente una sesión plenaria para aprobarlo rápidamente.
La rápida aprobación de la creación de un fondo dedicado a las pérdidas y los daños dejó para el año que viene muchas de las decisiones más controvertidas sobre el fondo, como por ejemplo quién debe pagar por él.
Los negociadores no pusieron ninguna objeción mientras el presidente de la COP27, Sameh Shoukry, desgranaba los últimos puntos del orden del día. Y cuando ayer amaneció en la sede de la cumbre en la localidad egipcia de Sharm el-Sheikh, el acuerdo estaba cerrado.
A pesar de no haber llegado a un acuerdo sobre una mayor reducción de las emisiones, «nos hemos decantado por lo acordado aquí porque queremos estar al lado de los más vulnerables», dijo la secretaria alemana del clima, Jennifer Morgan, visiblemente disgustada.
Los delegados elogiaron el avance en la creación del fondo por su objetivo de ayudar a los países vulnerables a hacer frente a las tormentas, inundaciones y otros desastres alimentados por las emisiones de carbono de las naciones ricas.
Ante una pregunta de Reuters sobre si el objetivo de una mayor ambición en la lucha contra el clima se había visto comprometido por el acuerdo, la jefa de las negociaciones climáticas de México, Camila Zepeda, resumió el estado de ánimo de los negociadores. «Probablemente», señaló.