El gobierno ruso aseguró ayer que ordenó la retirada de un grupo de tropas cerca de la frontera con Ucrania, señaladas por Occidente como la punta de lanza para una posible invasión, mientras que el presidente, Vladimir Putin, dijo estar dispuesto a continuar conversaciones con EE.UU. y la Otan sobre su seguridad.
Frente a la prensa y junto al canciller alemán, Olaf Scholz, en Moscú, Putin aseguró que, pese a que EE.UU. y la Otan no aceptaron sus exigencias de seguridad –algo que no dejarán de reclamar-, las conversaciones podrían continuar sobre los temas que la Otan sí puso sobre la mesa, como las limitaciones recíprocas al despliegue de misiles de alcance intermedio en Europa del Este y a maniobras militares.
Luego, el Gobierno ruso informó que su canciller, Serguei Lavrov, se comunicó con su par estadounidense, Antony Blinken, y le solicitó un “diálogo pragmático”.
Pese a que el anuncio del repliegue fue tomado con suma prudencia y las autoridades europeas esperaban verificar la información, los dichos de Putin aumentan la esperanza de una desaceleración de la tensión entre Rusia y Occidente, la mayor desde la Guerra Fría. Incluso, los mercados y el rublo, la moneda rusa, repuntaron luego de los anuncios.
No obstante, horas más tarde llegaron nuevas acusaciones sobre Rusia. Sucede que el Gobierno ucraniano informó que las web del Ministerio de Defensa y de dos bancos estatales fueron atacadas virtualmente. En ese marco, desde el organismo de control de comunicaciones ucraniano declararon a la prensa que: “No se puede descartar que el agresor esté recurriendo a trucos sucios”, en referencia a Rusia.