Luciano Aparicio, un contador y ejecutivo formado en la UBA y vicepresidente de una empresa energética con sede en Estados Unidos, era el argentino que viajaba en el avión que fue chocado por un helicóptero en Washington. Murió junto a su hijo Franco, de 13 años y nacido en Chile, a quien había acompañado a una competencia de patinaje artístico.
En la tragedia murieron todos los involucrados, 64 que iban a bordo del avión y los tres tripulantes del Black Hawk, dijeron las autoridades y el propio presidente Donald Trump en una conferencia de prensa.
Las aeronaves cayeron al río Potomac y aún los buzos trabajan en la zona recuperando los cuerpos. “Tristemente no hay sobreviviente alguno. Fue una noche oscura para nuestra nación, una tragedia de proporciones horribles”, dijo el jefe de la Casa Blanca.
Luciano y su hijo habían abordado el vuelo 5342 en Wichita, Kansas, donde el chico había ido para una competencia de patinaje artístico, el deporte que practicaba, y también a un campamento de entrenamiento. No se difundió aún la lista oficial de víctimas, pero la comunidad de patinaje confirmó la muerte de Franco y su padre, con un pedido de recaudación de fondos para la familia.
“La comunidad del patinaje artístico está triste por compartir la desgarradora pérdida de Franco y su devoto padre, Luciano, quienes estaban a bordo del vuelo 5342 de American Airlines. Dejan atrás a una madre y esposa afligidas, Bárbara, así como a dos hijas y hermanas amorosas, Isabella y Antonella”, señalaron.
La madre y esposa, también argentina, estaba esperando en el aeropuerto Ronald Reagan que aterrizara el vuelo donde llegaba sus familiares cuando poco antes de las 21, hora de Washington, se produjo el accidente y todo se transformó en desesperación. Con el correr de las horas, llegaron las autoridades de American Airlines para apoyar a las familias.
Luciano se había recibido de contador en la Universidad de Buenos Aires y luego continuó sus estudios en Estados Unidos. Era vicepresidente de la empresa de energía eléctrica AES Corporation, con sede en Arlington, Virginia, muy cerca del aeropuerto donde ocurrió la tragedia. Había vivido varios años en Chile, donde había nacido Franco.
En su perfil de Linkedin se resalta su amplia experiencia en el sector eléctrico, operando en empresas públicas internacionales globales. Y su amplio conocimiento en impuestos, contabilidad, control interno, planificación y control financiero y gestión de riesgos. También su capacidad de identificar acciones para mejorar la calidad, aumentar los márgenes y desarrollar nuevas oportunidades de negocio.
Su hijo, de 13 años, practicaba patinaje artístico y, más allá de concurrir al colegio estadounidense, era alumno de la Escuela Argentina, una institución en las afueras de Washington donde asisten hijos de argentinos los sábados por la mañana para continuar cursando la currícula del país y estar en contacto con su comunidad.