Bajo la mirada de más de 150 líderes mundiales, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, regresó este martes a la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) para pronunciar un polémico discurso cargado de autoproclamados logros y críticas al multilateralismo, a sus aliados europeos, a los países que reconocieron el Estado palestino y a la agenda verde, entre otros objetivos.
El regreso comenzó con inconvenientes técnicos. El teleprónter dejó de funcionar y una escalera mecánica se detuvo mientras Trump subía al estrado. El mandatario aprovechó el momento para bromear: “Siento que así se habla más desde el corazón. Sólo puedo decir que quienquiera que esté operando este teleprónter está en un gran problema”, ironizó, desatando algunas risas en la sala. Sin embargo, el tono ligero pronto dio paso a un discurso extenso, cargado de afirmaciones controvertidas y ataques directos.
Superado el tropiezo técnico, Trump afirmó haber puesto fin a «siete guerras interminables», se jactó del poderío militar de su país y aseguró que la economía estadounidense es “más grande y mejor que nunca”, mientras Estados Unidos “vuelve a ser respetado como nunca antes”.
El mandatario también arremetió contra la ONU, acusándola de «financiar un asalto a los países occidentales y sus fronteras». De forma sarcástica, agregó: “Las dos cosas que obtuve de las Naciones Unidas fueron una mala escalera y un mal teleprompter”. Luego, frente al secretario general de la ONU, António Guterres, insistió en que el organismo «no cumple su potencial»: “Lo único que hacen es escribir cartas con palabras vacías, y las palabras vacías no detienen guerras”, sentenció.
Tras reiterar que su gobierno resolvió conflictos en regiones de África y Medio Oriente sin apoyo de la ONU, sostuvo: “Es demasiado malo que haya tenido que hacer estas cosas en lugar de que las Naciones Unidas lo hicieran”.
Europa fue otro de sus blancos. “Europa está en serios problemas. Han sido invadidos por una fuerza de extranjeros ilegales como nunca antes se había visto”, afirmó. Apuntó contra el alcalde de Londres, a quien calificó de “terrible”, y aseguró que la ciudad “ahora quiere ir a la ley Sharia”. A su juicio, tanto la inmigración como las «ideas energéticas suicidas» serán “la muerte de Europa Occidental” si no se actúa de inmediato.
En ese marco, defendió sus políticas de detención y deportación en la frontera sur, asegurando que se trató de un “acto humanitario que salvó vidas”.
Trump también respaldó las operaciones militares de su administración, incluyendo ataques a embarcaciones en el Caribe y acciones contra el gobierno venezolano: “Comenzamos a usar el poder supremo de Estados Unidos para destruir a los matones terroristas de Venezuela y al narcoterrorismo encabezado por Nicolás Maduro”, declaró.
Respecto a la situación en Gaza, exigió la liberación inmediata de todos los rehenes y criticó duramente el reconocimiento del Estado palestino por parte de varios países europeos, calificándolo como “una recompensa por horribles atrocidades”. “Quienes quieren la paz deberían unirse en un mensaje: liberen a los rehenes ahora”, sentenció.
En cuanto a la guerra en Ucrania, reiteró que “nunca habría comenzado” bajo su liderazgo, y afirmó que podría haberse resuelto rápidamente gracias a su vínculo con Vladimir Putin. Advirtió que impondría una “muy fuerte ronda de aranceles” contra Rusia si no se avanza hacia un alto el fuego, y acusó a China e India de financiar la guerra al seguir comprando energía rusa. “Ese es el impacto de un mal liderazgo”, dijo, en referencia a Joe Biden.
Trump también exigió a los países europeos que dejen de comprar energía a Rusia: “Es vergonzoso para ellos. Están comprando energía rusa mientras luchan contra Rusia. Están financiando la guerra contra ellos mismos”, disparó ante la Asamblea.
Volvió a defender el uso de los aranceles como herramienta estratégica en política internacional y anunció una próxima reunión con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, tras meses de tensiones.
Ya en el tramo final de su intervención, Trump redobló sus ataques a la agenda climática, tildando las políticas verdes de “estafa” y advirtiendo que si los países no abandonan esa vía, “están condenados al fracaso”.