A pesar del reciente alto el fuego, la guerra en Gaza sigue siendo una realidad actual que exige ser contada. Hablar de lo que ocurre allí es imprescindible para entender cómo el conflicto continúa afectando a quienes lo viven, lo recuerdan o lo heredan.
En una entrevista con Hoy Día Córdoba, Jorge Yasser (71), descendiente directo de palestinos y vicepresidente de la Sociedad Sirio Libanesa de Córdoba, brindó un testimonio que aporta una mirada cercana y humana sobre el conflicto, tanto en la región de la Franja de Gaza como en territorios vecinos.
Para Yasser, la invasión de Palestina no comenzó el 7 de octubre del 2023. Según el delegado de la Federación de Entidades Argentino-Palestinas en Córdoba, desde hace 80 años el pueblo palestino sufre un genocidio por parte del sionismo internacional, un movimiento nacionalista que surgió con el objetivo de crear un Estado judío en la llamada “tierra prometida del judaísmo”, que corresponde a la Palestina histórica. La fundación del Estado de Israel en 1948 dio origen al conflicto con los palestinos que ya habitaban este territorio.
La problemática actual empezó el 7 de octubre de 2023, tras el sorpresivo ataque por parte de Hamás desde la Franja de Gaza hacia el sur de Israel. En respuesta, el gobierno israelí declaró la guerra al día siguiente, autorizando acciones militares que arrasaron la Franja de Gaza y su población civil.
“Desde 1917, con la división de la antigua Siria histórica —lo que hoy conocemos como Siria, Líbano, Jordania, Irak y Palestina—, comenzó un proceso que facilitó la llegada de poblaciones judías y derivó en la creación del Estado de Israel, expulsando a casi un millón de palestinos al destierro. Muchos terminaron en América, Europa y especialmente en Chile”, explicó Yasser. Y continuó: “Por eso, para nosotros, es una invasión, una masacre y un genocidio. Muchos de los integrantes del ejército que actúa allí ni siquiera nacieron en la región, mientras que quienes somos descendientes de palestinos no podemos entrar a Palestina”.
Yasser subraya también que la situación de Oriente Medio no afecta solamente a Palestina. En Siria, tras años de guerra civil e intervención externa, el país quedó devastado y sometido a disputas de influencias. En el Líbano, la presencia militar en el sur sigue generando tensiones permanentes. Irak también fue desestabilizado tras la caída de Saddam Hussein y la invasión estadounidense, un proceso que dejó al país dividido y vulnerable. Cada uno de estos casos muestra cómo la región entera ha sido intervenida o condicionada por fuerzas externas, y cómo esas intervenciones han marcado profundamente a sus pueblos.

Una familia atravesada por el destierro
El vicepresidente de la Sociedad Sirio Libanesa comentó que tiene familiares que todavía viven en Palestina y que solo aspiran a sobrevivir y llevar una vida tranquila, sin llamar la atención del ejército israelí. Aun así, son constantemente controlados y vigilados. “¿Ustedes qué hacen?”, les pregunta a sus primos. La respuesta es siempre la misma: “Primo, no podemos hacer nada; si levantamos la cabeza, nos matan”.
Esa presión cotidiana ha llevado a varios miembros de su familia a marcharse. Uno de sus primos decidió emigrar a Guatemala, llevando en el cuerpo una cápsula de bala en la cabeza y otra en la rodilla, consecuencia de enfrentamientos con soldados israelíes. “Me tuve que ir, quiero vivir, tengo familia”, recuerda Yasser que le dijo.
La historia de su propio padre, Juan Yasser, se inscribe en esa misma línea de persecución y desplazamiento. Al igual que otros familiares, tuvo que abandonar Palestina porque temía por su vida.
“Mi padre se tuvo que ir escondido porque si no lo mataban. Él nunca empuñó un arma; todo lo hacía con las palabras. Enseñaba en los colegios la historia de Palestina y Siria. Tras la invasión sionista, cuando tenía unos 20 o 21 años, siguió hablando y enseñando hasta el día en que tuvo que marcharse. Lo tenían en la mira para echarlo, encarcelarlo o matarlo”, relató.
Esa convicción que marcó su vida aparece también en una anécdota familiar que Yasser aún recuerda con claridad. Durante un vuelo hacia Palestina, su padre se levantó y se quitó el cinturón. En el avión viajaban únicamente pasajeros judíos, salvo él y su suegra, lo que generó cierta alarma. Entonces, dijo en inglés: “Ustedes son extranjeros en mi patria. Este cielo es palestino y la tierra que vemos abajo es Palestina. Los extranjeros aquí son ustedes; mi suegra y yo somos los únicos dueños de esta tierra y de este cielo. Yo nací acá, soy palestino, soy cristiano. ¿Quién me lo va a prohibir?”. Al aterrizar, los guardias intervinieron. Aquel viaje, en 1979, fue el último que realizó. Su padre falleció en 1996, mientras disertaba en la Sociedad Sirio Libanesa sobre la causa palestina.
Un mensaje único: los palestinos necesitan paz
Tras recordar la historia de algunos de sus familiares, Yasser sostiene que la realidad que vivió su familia no solo persiste, sino que se ha profundizado con el paso de los años. El escenario actual del territorio palestino, y principalmente de la Franja de Gaza, es de destrucción y fragilidad total, y quien padece las peores consecuencias es la población civil.
Por primera vez en mucho tiempo, la comunidad internacional mira con preocupación lo que ocurre a la población palestina, aunque sus respuestas siguen siendo insuficientes. En los últimos meses, países como Reino Unido, Canadá, Australia, Portugal, Bélgica y Francia reconocieron al Estado de Palestina, una medida que busca presionar a Israel ante las graves acusaciones de genocidio y violaciones de derechos humanos. “Se han dado cuenta de lo que es el sionismo en Palestina… Es muy importante eso”, consideró Yasser.
Con respecto a la sociedad argentina, agradeció el apoyo y la colaboración que han recibido en estos últimos dos años. Para Yasser, esto demuestra que las personas han tomado conciencia de lo que sucede en Gaza y Cisjordania. Por ello, considera fundamental que el mensaje se siga difundiendo. “Los palestinos y los que apoyan a los palestinos no somos terroristas, somos gente de bien y de paz. Adoramos la convivencia”, destacó.
Luego de remarcar la importancia de seguir difundiendo información, Yasser también se refirió al modo en que ciertos actores son utilizados para justificar ataques o estigmatizar a todo un pueblo. Fue entonces cuando mencionó a Hamás, un tema que —reconoce— suele dominar el debate internacional.
Yasser considera que Hamás surgió como una expresión de la resistencia palestina, aunque aclara que no comparte muchas de sus acciones. Sostiene, además, que hoy el grupo ha moderado su postura armada y busca un acuerdo real que ponga fin a la violencia en la Franja de Gaza. Subraya también que su influencia se limita exclusivamente a ese territorio.
No se trata de relativizar las acciones de Hamás ni de contraponerlas únicamente a las decisiones del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Entre ambas orillas del conflicto viven millones de personas que no participan en decisiones políticas o militares, pero cargan con sus consecuencias: familias, trabajadores, niños, comunidades que solo desean estabilidad y seguridad.
En este contexto, Yasser sostiene que la única salida real para los palestinos sería la devolución de los territorios de la “Palestina ocupada”. Sin embargo, reconoce que ese escenario es prácticamente imposible, por lo que la solución de dos Estados aparece como la alternativa más viable, aunque con muchas dudas sobre su implementación.
Incluso si se aceptara un gobierno israelí sobre todos los territorios, advierte Yasser, ello no garantizaría el fin de la violencia. Recuerda entonces las palabras de su padre: “Mientras exista un palestino que se mantenga en pie, no será posible hablar de paz sin un reconocimiento pleno de sus derechos”.

Un alto el fuego sin una luz clara en el horizonte
El reciente alto el fuego, celebrado por parte de la comunidad internacional como un respiro necesario, no logra disipar la sensación de incertidumbre que persiste en la región. Entre denuncias cruzadas de incumplimiento del acuerdo, la realidad es que Israel continúa con los ataques sobre Gaza, dejando nuevas víctimas civiles. A pesar de los avances alcanzados en la primera fase —incluido el intercambio de rehenes israelíes y palestinos, así como la recuperación de cuerpos—, el pacto expone su fragilidad con cada ataque que rompe la tregua.
En este contexto, el acuerdo no representa señales claras de un cambio estructural ni un avance tangible hacia una solución duradera. Para muchos palestinos, la tregua se percibe como una pausa parcial de la violencia y una oportunidad para que ingrese más ayuda humanitaria —anteriormente bloqueada por Israel—, más que como un paso genuino hacia la paz.
Sobre el alto el fuego, Yasser manifestó: “No estoy para nada de acuerdo con ese pacto, porque los bombardeos continuaron y el sufrimiento del pueblo palestino no se detuvo. Creo que, mientras no haya una resistencia constante del pueblo palestino, no se puede hablar ni de un verdadero acuerdo ni de paz. Frente al sionismo, que cuenta con un poderío militar enorme y tecnología de punta, resulta imposible hablar de paz o de un entendimiento real”.
Asimismo, para el referente de la comunidad palestina en Córdoba, resulta mucho más sencillo opinar desde lejos, desde un lugar donde solo se observan imágenes y vídeos de las matanzas y del enfrentamiento armado. “Desde hace 80 años están matando a los palestinos y no pueden desterrarnos a todos. Creo que no existe un pueblo tan valiente como el palestino”, afirmó. Y añadió: “Una guerra empieza y termina; la guerra contra los palestinos nunca tuvo fin. No hay paz para el pueblo palestino”.
Ese sentimiento de continuidad en el sufrimiento y la resistencia se enlaza directamente con las palabras de su padre, Juan, que siguen latiendo en la memoria que él intenta preservar. “Las lágrimas de los palestinos se han vuelto piedras. Por eso se inicia en Palestina la guerra de las piedras, y también la guerra de las muñecas que las niñas palestinas fabrican con barro y sangre, obra de las bombas del sionismo internacional. Desde las entrañas de Palestina, de toda la Siria histórica, se escucha un gemido cuyos ecos llenarán el oído del mundo entero. ‘¿Desde cuándo esclavizáis a los hombres, si nacen libres desde los vientres de sus madres?’”. Y así, entre memorias heredadas y futuros inciertos, Palestina permanece: un pueblo que resiste no solo por sobrevivir, sino por seguir nombrándose a sí mismo.










